15 de febrero de 2010

14 Febrero 2010 Dart River

Después de la noche en Queenstown tocaba madrugar ya que habíamos quedado a las 7:30 con la gente de Dart River Safari. Suponíamos la esquina de la calle Shotover en la que estaban, pero contratiempos intestinales de ultimísima hora hicieron que nos presentásemos en el mostrador 10 minutos tarde. Cuando saludamos la respuesta, creímos entender, fue: “oh por fin, Miguel de Luis, llevamos 10 minutos esperándoos”. En fin, buen recibimiento, pero que entramos en el autobús y no había prisa por nada, además luego estuvimos recogiendo a gente por el camino cuando se suponía que salía únicamente de Queenstown.

Hubo unas presentaciones, a reseñar unos americanos (como no), una mujer que parecía alemana y una pareja de saudís. En seguida empezamos a observar el gran lago Wakatipu, y en la primera parada enfrente a nosotros el Parque Nacional del Monte Aspiring, esta vez sí, nevado, precioso y espectacular. A parte de eso, lo que notamos era un frío intenso nada apropiado para las vestimentas que llevábamos: bañador y chanclas (yo al menos).

Sophie, una delgada mujer con pinta alemana, quizá de alemán, que fue la borde que nos atendió, es la que nos está amenizando los 45 minutos de viaje hasta Glenorchy. Algo interesante nos debe estar contando, pero, de nuevo, no entendemos ni papa, pero ni de lejos oigan.

Cuando llegamos a Glenorchy nos dicen que vayamos a pagar, y aquí continúa del lío que comenzó hace un mes. No pude reservar las plazas a través de la empresa, sino a través de Nueva Zelanda Reservations, los cuales me pedían los datos de mi tarjeta pero no me cobraron nada. Ahora tenía que aclarar ese embrollo con la empanada mental que tenía encima. Pero vamos, para acabar cobrándome de la tarjeta no creo yo que hiciera falta tanto rodeo como nos dieron.

En fin, que ya estábamos dispuestos para ponernos la equipación: primero los botines de neopreno, luego un forro polar y a continuación el mono completo de neopreno. He de decir que tuvieron un ojo excelente con las tallas porque no fallaron con ninguno, salvo los botines grandes de Dani. Nos cambiamos en unas taquillas, y salimos abrigados, menos mal, y embutidos. Pero aún quedaba un poncho impermeable y el chaleco salvavidas. Digo yo que si hiciera calor lo íbamos a flipar, pero no era el caso.

Unas foticos oficiales y a montar en un jet boat. El artilugio debe ser un invento que mezcló una lancha rápida que modificaron para quitarle la hélice y ponerle propulsión a chorro para así poder navegar a toda máquina por lugares poco profundos. Y efectivamente, en seguida pudimos comprobar la potencia de aquel bicho.

Ya preparando el viaje estuvimos dudando si elegir una de estas actividades, pero la descartamos por lo extravagante, fuera de lugar y macarra que parecía, aunque molaba. Pero como este paquete lo incluía, pues no podíamos rechistar. Y nada más lejos que la realidad con la que nos encontramos: un cúmulo de buenas sensaciones, emoción, adrenalina, velocidad, riesgo, frío… y unas vistas insuperables. El tío que lo pilotaba nos indicó lo básico para no salir despedidos, y nos recordó la señal para saber que iba a efectuar un giro de 360º, marca de la casa de estos artilugios. Un detalle: las barras para agarrarte estaban calefactadas, al principio no sabíamos si era de lo fuerte con que te agarrabas o  por qué era, pero era una sensación placentera pues con la velocidad hacía un frío que pelaba.

Un acelerón, un giro brusco, pasar rozando un árbol, un 360, enfilar la curva del río a toda velocidad, ya lo veréis en un vídeo. Lo que no sé si se podrá apreciar es la belleza del paraje. Tenía puestas esperanzas en este lugar y se cumplieron con creces, era aún más espectacular de lo que yo creía.

La geología glaciar del lugar era para cortar la respiración, un valle encajado en forma de U con paredones a los lados y multitud de cascadas, las montañas nevadas del Aspiring al fondo, glaciares colgando, bosques alpinos y de ribera, agua, rocas, aves… Solo lo podría comparar con el esplendor del valle de Ordesa, pero esto es como 5 veces más grande.

No os engaño si os digo que en algún momento he pensado que era lo más bonito que había visto nunca. Era hermoso con todas sus letras, saturaba los sentidos de tal manera que no eras capaz en algunos momentos de asimilar tal magnificencia. He pasado momentos de gran felicidad montado en ese bote, he tenido la cara sonriente como la de un niño durante largos ratos. No sé si soy capaz de transmitiros lo que sentía, pero os puedo asegurar que este aspecto es lo más bonito que he hecho nunca.

Tras subir el río Dart hasta donde pudimos, la lancha dio media vuelta entre rocas, bajó, se cruzó con un par de ellas y volvió a subir, y nos dejó finalmente en un apartadero del río con las canoas hinchables a punto de ser hinchadas.

De eso nos ocupamos nosotros, luego de darnos unas instrucciones de cómo hacer las cosas bien y cómo hacerlas mal. En inglés claro, esta distinción no es tan evidente, así que la cosa pintaba mal. A estas alturas ya había intercambiado algunas palabras con la mujer alemana, que había estado un año en Barcelona y chapurreaba el castellano. Y los mosquitos se estaban dando un festín con la veintena de personas que allí se encontraban.

Como pudimos finalmente nos metimos los 3 hombretones en una canoa y empezó la fiesta. Solo para dar la vuelta ya estuvimos a punto de volcar, menos mal que las primeras paladas las dábamos todas las canoas unidas. La segunda curva del río era un rápido donde nos metimos con bastante velocidad, rotamos y chocamos contra la orilla. Menos mal que éramos 5 canoas, pero yo iba en el lado en que rebotamos.

Después nos separamos y cada uno remó como pudo. Nos dispusimos Dani delante, el primo en medio y yo atrás de capitán, manejando el timón como podía y dirigiendo a estos canallas. No parábamos de dar vueltas y encallar. Teníamos la sensación de que la canoa estaba poco inflada, y en efecto se iba desinflando, pero es que al ser nosotros 3 y los demás 2, nos hundíamos más que nadie y rozábamos en todas la rocas. También es cierto que no éramos capaces de llevar la canoa por el lado bueno.

Cuando ya le íbamos cogiendo el tranquillo el grupo se paró y se bajó a la orilla pero nosotros íbamos retrasados y todavía teníamos que superar un rápido con poca profundidad en el que nos ganamos el aplauso de la afición, y unos cuantos vídeos que quizá salgan en youtube.

Tras esto tocaba empujar la canoa afluente arriba para estacionar e ir a comer. Transportamos unas neveras de donde surgieron infusiones, termos, panecillos, ensaladas, embutidos y quesos para preparase sándwiches y kebabs, y las quichés famosas en NZ. Echamos de menos la cervecita, el jamón, el chorizo y la tortilla, y nos preguntamos qué hacen en el país de las ovejas que no tienen lechazo.

Después de comer, ni nos dejaron hacer la digestión, de nuevo al bote para subir a la Rockburn Chasm, una garganta de agua iluminada de azul que nos dejó boquiabiertos. Y a las pruebas me remito.

Tras esto, aún sin demasiadas ganas, volvimos a remar río abajo. Empezamos muy bien, pero enseguida la canoa se volvió ingobernable y giraba para donde quería. Lo estábamos pasando bien de todas formas pero la guía nos propuso “relax” o “riesgo" y como no sabíamos que nos quería decir pues elegimos relax, que significó agarrarnos a la canoa de la guía y bajar juntos. Y qué diferencia! con un remo gobernaba dos canoas con 5 personas. Si la que sabe sabe, pero era un poco borde. Cómo sería la cosa de paquetismo, que nos llegó a decir “move fordward, move backward, left and right, my english is very simple” porque no acertábamos a remar en el sentido correcto. Pero vamos, que en esta ocasión el problema no era el idioma ya que ni en castellano nos aclarábamos qué era izquierda ni qué derecha.

Con el fluir del agua empezamos a  intercambiar alguna palabra con Sophie y Tyna (la alemana que chapurreaba español, que llevaba 26 años en NZ, era de Hamburgo, y era guía en las Pankake Rocks) y cómo no, enseñamos alguna palabra en español, eso que nunca falte.

Acabamos a nuestro aire, separados de la monitora y manejando un poco mejor el bote. Nuestro problema era el ímpetu con el que remábamos, había que relajarse mucho más, para así poder apreciar el paisaje sobre el que navegábamos.

La actividad terminó con una ruta en bus 4x4 por Paradise, y los alrededores donde se grabaron El Señor de los Anillos (Isengard, Lothlorien, Amon Hen, Caradhras…), las Crónicas de Narnia, Límite Vertical o Lobezno. Seguro que algo de esto explicó, pero estábamos cansados, no seguíamos el discurso, y no nos pareció tan espectacular como esperábamos ni como la actividad estaba siendo.

Ya solo quedaba quitarnos las empapadas prendas y cambiarnos. De vuelta a Queenstown hicimos nuestras compras de subsistencia, llenamos carburante y caminamos hacia Te Anau, donde esta noche dormimos, frente a su gran lago, a las puertas de Mildford Sound.

2 comentarios:

  1. Atónito... no sé si voy a poder ver las fotos/videos.

    Me alegro que la gocéis como cernícalos.

    ----- por cierto... inchar???????

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  2. Seguro q cuando quedais a tomar unas birras soplais mejor....o cuando os lo"pide" un caimán.Habría q saber q opinaba la "barquita" de llevar encima 300 kg(lease XXXX libras de carne),estar mal comida(mal"inchada")y q te fuera rozando el culo por las rocas...unos en el cielo,otro/as en el infierno...así es la vida.David

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