6 de diciembre de 2012

Una partida difícil

 

DSCF9218_“Por el Capitán Lawrence Oates, un triste héroe, proseguiremos nuestro camino”

2 de septiembre de 2012

Hoya de San Blas

Había que reabrir la temporada de rutas biciclísticas, y fue demasiado pronto. Con unos cuantos kilómetros escoceses en las piernas me veía aún con fuerzas para tener una mañana divertida en la bici. Pero las tapas granainas, la vuelta al curro o que patear y montar en bici no es lo mismo, me ha llevado a arrastrarme por la ruta que hoy nos ocupa.
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La Hoya de San Blas es un rinconcito de la Sierra de Madrid, a las faldas de Cuerda Larga, y encajonado por la Pedriza y el pico de La Najarra- Morcuera. Y tenía muchas ganas de acceder hasta allí, por lo que finalmente me animé a la rutilla que planteaban los colegas.
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Como también estaban de reenganche íbamos a rajarnos de subir hasta la Morcuera, lo cual estaría por encima de nuestras posibilidades: 16 km de ascensión, 1.500 m de desnivel. Salimos de Soto del Real y tras una pequeña equivocación tiramos por el camino correcto, afrontando las primeras rampas entre bolas de granito. Un primer atajo empinado nos hizo sacar la lengua, y yo que iba ya con las pulsaciones por las nubes.
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Las siguientes cuestas fueron durísimas y me hicieron ver que no estaba yo para este tipo de rutas. Pero bueno, a mi absurdo ritmo conseguí llegar hasta el tramo que viene de Miraflores, y que alguno ya conocíamos. Sabía que salvo una dura recta el resto de las pendientes iban a ser de menor magnitud.
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Metidos entre pinos fueron cayendo las Z’s hasta que eché pie a tierra en la famosa cuesta interminable. Coronamos nuestro puerto y giramos a la izquierda para llanear durante un kilómetro y medio, hasta que la pista forestal por la que transitamos se acaba.
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Es el momento de bajar un poco el sillín y descender por la primera de las trialeras como buenamente pudimos. A alguno se le daba bien y a mi fatal. El primer tramo se puede hacer relativamente bien, pero después el sendero queda cubierto de piedras como las de la imagen. Pie a tierra y se baja como se puede.
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Así llegamos de nuevo a una pista más cómoda que llanea hasta un mirador sobre el embalse de Santillana.
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Y aquí pudiendo seguir de legales por la pista de la izquierda tiramos por la de la derecha, que en subida te adentra a los que es propiamente el Hueco de San Blas. Cómo sería mi ritmo que en una de sus cuestas pierdo la rueda delantera y doy con mis huesos en la tierra. Raspuño en la rodilla y golpe en el tobillo, el orgullo a estas alturas de ruta ya no lo podía perder, así que de nuevo a la burra y a seguir con el molinillo.
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Cuando acaba la subida te crees que será todo ya bajada, pero qué confundido estaba! Un continuo subibaja termina de darme la puntilla, hoy no íbamos a acabar de subir nunca. Por fin llego al punto donde me esperan mis compañeros y me dicen que hay que bajar por ahí… Locurón!
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Es el sendero “bonito” del día. Alguno de nuevo vuelve a disfrutar, otros sufrimos, y yo sufro bastante. No entiendo cómo habiendo subido, teniendo pendiente y un par de ruedas entre las piernas soy incapaz de disfrutar. Lo que hace no tener ni puta idea del control de la bici. Me dolía la pierna de bajarme para sortear piedras, y lo más escandaloso es que casi me caigo en un par de ocasiones llevando la bici de la mano! También hay que reseñar mi incapacidad para girar hacia el sentido de la curva e irme hacia el otro lado, fruto de sacar el pie contrario.
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Tras este desastre nos reunimos en la pista y comenzamos un rápido descenso, con reventón de por medio descendemos y descendemos hasta el embalse (seco) del Palancar y atravesando fincas hasta Soto del Real. 4 horas y media para 34 km, y un desnivel acumulado de 1.000 metros, ruta bonita pero muy sufrida, tanto para subir como para bajar.
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18 de marzo de 2012

Una biker renovada

Ya tardaba en hacerle un hueco a las últimas incorporaciones al mundo de la bici.

Apuntaba alto cuando le llegó su primera bici. He de confesar que le costó un poco dejar los ruedines, pero gracias a su abuelo Andrés descubrió lo que es pedalear en plena libertad de movimientos. Siguió creciendo y la bici como es normal se le quedó pequeña. Y ha sido ahora, con su nueva bici, coincidiendo con que a su padre le ha dado por salir a disfrutar del aire libre, cuando empieza a tomar contacto con sus primeras rutas.

Con 7 años empieza a recorrer los caminos que yo descubría cuando ella acababa de nacer. Son sencillas rutas de 10 km, pero cuando yo tenía su edad no tenía ni bici, y cuando la tuve era una aventura ir más allá de los 8 km, hasta la carretera de la Coruña. Si sigue con el ritmo y entusiasmo que ahora demuestra puede ser una crack de la bicicleta, eso quedará a su elección. A mi con conseguir seguirle el ritmo dentro de unos años me valdrá, porque arrastraré tal orgullo que no se sustentará en el sillín de una bici.

Sus logros a día de hoy, 3 meses desde que tiene su bici nueva son:

- Lagunas de Soto de las Juntas.

- Presa del Rey desde Casa Eulogio

- Cerro del Telégrafo

- Lagunas de Velilla

Todas ellas rondando y superando los 10 km. Ayer consiguió un nuevo reto junto a su padre, los 13 km por Velilla. Enhorabuena!!

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Todo un orgullo de sobrina…

5 de marzo de 2012

Majaelrayo– Ocejón

Como comenté en el mail de la propuesta, había ganas de subir al Ocejón (2.049 m) por parte de varias personas, y como se había comentado últimamente se me había metido en la cabeza. Yo ya conocía su cima de hace unos cuantos años, pero ahora quería subir por la cara oeste, la que parte de Majaelrayo (1.180 m). No hay muchas opciones diferentes de ruta, pero como siempre, preferimos hacer una ruta circular que bajar por el mismo sitio. Así que decidimos bajar por un camino diferente que añadía unos kilómetros a la ruta. Los 15 km que marcaba, más los 1.000 m de desnivel desde el pueblo hasta la cumbre hacen de la ruta algo que no hay que tomarse a la ligera.

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Aún así se animó bastante gente. Desde Madrid viajé con Bea y Dani, y Patri y Nacho, y en Majaelrayo quedamos con Dani. Había que madrugar un poco ya que se tarda hora y media desde Madrid. Nos agrupamos en Tamajón comprando pan, dulces y panes preñaos para la ruta. Allí pudimos corroborar lo que desde que salimos de Madrid estábamos temiendo: un día cubierto y negro en la cumbre. De hecho el pico ni se veía, y en cuanto dejamos el coche en Majaelrayo empezaron a caer unas gotas de agua, que todo sea dicho, serían bienvenidas también por la capital.

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El parte meteorológico fallaba a primera hora, daba escasa lluvia para las 19 h, pero a las 10 ya estaba chispeando, y tenía pinta que así iba a ser durante todo el día. Así que los camarógrafos se achantaron y dejaron sus instrumentos en los coches. Era el día de las cámaras de bolsillo, y de probar por fin las ropas de agua (las que llevábamos, porque más de uno nos confiamos).

A las 10:30 nos poníamos en marcha, bien abrigados salimos por las calles de uno de los representantes de la arquitectura negra de esta preciosa zona de la Guadalajara profunda. La nota de color la da un tímido arcoíris que asoma entre la bruma.  De la cima del Ocejón no había noticias, pero era evidente el camino que había que tomar, por su hubiera alguna duda, un cartel a la salida del pueblo nos indica el camino que tenemos que tomar.

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Rápidamente la cosa se pone cuesta arriba, y así iba a ser durante todo el rato hasta llegar a cima. Al principio es una subida mantenida, pero tiene algún repecho que si nos has cogido el ritmo te saca los colores. Empieza a sobrar ropa, pero como sigue chispeando y amenazando con más opto por quitarme el polar y marchar con camiseta interior y la chaqueta cortavientos-impermeable. No haré publicidad de la marca que llevamos porque no gano nada, pero es increíble que salvo las botas y los calcetines todo es de ese gran centro del deporte.

Salimos de una zona alomada cubierta de jaras, por donde vemos circular a un ciclista (qué grande!). Cruzamos un pequeño arroyo y nos metemos en una zona de robles. Quién dijo que esta ruta no tenía ni una sombra?…. si no vemos es sol!, jejeje. Así llegamos a un curva marcada a la derecha, km 2,8 a 1.410 m y paramos para agruparnos y tomar resuello. A continuación un pequeño tramo de llano con menos arbolado que deja entrar el viento. Se nota fresco porque vamos con la cabeza empapada, pero si nos protegemos del viento no se está mal.

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Comenzamos ahora un tramo que zigzaguea por la pendiente pero sin variar mucho el porcentaje que traíamos, cercano al 13 %. El sendero es muy bonito, estrecho, rodeado de robles, fallan quizá las vistas, pero a mi personalmente este tipo de clima me gusta, y la sensación que me produce la niebla me motiva.

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Llegamos a otro impás de la ruta, Peña de los Santos, aquí se acabaron las tonterías. Los robles nos dicen adiós y el sedero se olvida de zigzaguear y se pone a subir en línea recta entre gayubas. Resultado: una pendiente mayor, sobre el 23 % que nos conduce directamente hasta el Collado de García Perdices, donde confluyen las rutas que suben desde Majaelrayo y Valverde de los Arroyos (normalmente). Buscamos refugio en una pequeña caseta de pastores porque sopla bastante viento, nos hemos metido en más niebla y la altitud es importante (1.800 m): vamos que hace frío de pelotas! Allí nos encontramos con un par de chavales que vienen desde la cima y nos comentan que el mejor camino es el que va por la izquierda (al este) de las peñas, que así vas protegido del vientos, pero que en cima les había nevado.

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Reponemos fuerzas con algunas frutos secos, pero enseguida nos vamos quedando fríos, hay que tirar hacia arriba. Tomo la iniciativa entre las piedras, pero me voy cogiendo el camino que no es, desciendo un poco hasta encontrar las señales de PR amarillas que nos acompañarán hasta cumbre. Y menos mal, porque la niebla cada vez se cierra más. Cuesta encontrar las marcas, pero con el GPS tampoco hay mayor problema. Llama la atención que marque a la derecha el Ocejoncillo, pero en poco tiempo nos damos cuenta que lo hemos ascendido sin quererlo, ya que ahora toca bajar un poco por las resbaladizas piedras para volver de nuevo a subir por una improvisada escalera echa con lascas de pizarra. A mi subir por piedras me gusta, trepas por una pendiente del 25 % sin casi darte cuenta, aunque claro, cansa.

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Sin referencias visuales sobre la cima, nos vamos fijando en los metros que queda para coronar los 2.049 m del Ocejón, y al rato, sobre las 13:30, tres horas y casi 7 km después, llegamos al punto más alto de la Sierra de Ayllón. Las vistas desde aquí son alucinantes, y una buena panorámica nos acompañaría si no estuviera todo rodeado del blancor de la niebla. En la foto de cumbre casi me quedo pajarito por el viento y la lluvia que me castigaba el costado. Tras las pertinentes fotos tomamos refugio entre las piedras, un poco de dulce en forma de donettes y para abajo que el grajo vuelva bajo.

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En esta ocasión bordeamos el Ocejoncillo por otro camino diferente, y acabamos de nuevo en el collado. Pensamos que aún es pronto para comer y proseguimos marcha con los planes que traíamos, seguir por el cordal dirección norte hacia el Collado Viezo. Allí tras el abrigo de las peñas (curioso que en cima soplaba del este y abajo del oeste) sacamos las viandas: una tortilla que trae Patri que está bastante fría la pobre, pan preñao de Tamajón que no triunfa pero que sienta bien, los bocatas y Dani con sus espaguetis, qué artista!

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A la que reanudamos la marcha sale el sol y empieza a clarear hacia Valverde. Tanto es así que desde la cima del Chortal redondo (curioso nombre) se puede ver el pueblo abajo tras las chorreras (lo sé yo porque he subido por ahí). Para seguir la ruta que traemos tenemos que bajar un poco y volver a subir hasta la Pradera La Madita, pero aquí tomo la peor decisión del día, que es no subir, bordear las peñas por la izquierda en el sentido de la marcha y buscar el encuentro con el camino que aparece en el mapa.

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No sé en qué estaría pensando, pero tras bajar entre pizarra suelta y mojada, y sortear peñas, nos metimos en un jaral por donde era complicadísimo avanzar. Parece mentira que me hubiera metido por ahí sabiendo lo mal que se anda entre jaras. Pero no había alternativa, era enfrentarse a la jara cuerpo a cuerpo o volver a subir y no había ganas. Afortunadamente dejó de llover y salió el sol, y podíamos ver dónde íbamos, aunque era decepcionante: un robledal joven.

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Fuimos buscando como podíamos los huecos, atrochando no, lo contrario Guiño. Los Dani’s se adelantaban aprovechando que son más finos, por detrás Patri sufriendo con Nacho, y Bea tras mis pasos. Los adelantados se metieron hacia un arroyo medio seco porque estaban hartos de tanta jara. Les seguimos por poco tiempo porque era imposible avanzar. Casi tenía que rapelar usando las ramas de cuerda. Prefería enfrentarme a la jara cuerpo a cuerpo, aunque alguna era más grande que yo, al final conseguía avanzar hasta que me encontré con mi archienemigo: la zarza, pardiez!

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Pero ya estábamos cerca del camino, se oía la voz de nuestros compañeros que ya estaban “a salvo”. Conseguimos salir al camino que baja directamente a Majaelrayo, y baja desde algún sitio que tendremos que descubrir. Quizá sí habría camino por donde teníamos que haber continuado, peeeeero….

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Ya solo quedaba disfrutar del sol que ya dominaba, y esperar a que se despejara la cima del Ocejón que habíamos conseguido hacer nuestro. Se quedó una tarde apacible, justo lo contrario a lo que la predicción meteorológica decía. Pero la ruta había quedado chula, habíamos cogido el único día de lluvia en meses, pero yo estoy contento con mi ropa, que por cierto llegó para meterse en la ducha directamente. Recorrimos finalmente 14 km en las 7:30 horas que el track comentaba, aunque pienso que por el camino correcto hubiera sido menos.

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Para el futuro, con los que no pudieron venir, que no fueron pocos: volver a subir por el camino que perdimos, o hacer la ruta lineal hasta Valverde con apoyo de otro coche, pero nunca, repito, NUNCA esta misma ruta.