15 de octubre de 2011

Asturias 2011: Cordal y L’Angliru en coche, Senda del Oso en bici

Tras una noche algo movidita gracias a mis amigos los ponis que me golpeaban el coche porque querían comer la hierba que había debajo, me levanté algo más tarde de lo esperado, a las 9 AM con el sol brillando tímidamente encima de las montañas.

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Fue rápido, arranqué el coche y esperé a que el vaho me dejara ver un poco. Deshice parte del camino de la noche anterior, apreciando el curioso encanto de Pedruveyu. Bajo hasta el Embalse de los Alfilorios y me paro a disfrutar de un mar de nubes que me separan de la capital Oviedo a través del valle del río Nalón. Mi interés hoy por la mañana es recorrer las carreteras que ascienden el Puerto de El Cordal y llegar hasta el Alto de L’Angliru. Por ello bajo hasta Mieres y de ahí hasta Pola de Lena donde paro a desayunar, recordando que fuera de Madrid las ciudades no se mueven hasta bien entrada la mañana, pues me cuesta encontrar un lugar donde me sirvan un desayuno, pero qué desayuno!

DSCN0163_1 Con la panza llena me propongo ascender el Cordal, retomando en el cruce a la izquierda a la salida de Pola el recorrido de la etapa reina de La Vuelta 2011. El Cordal es un gran aperitivo para el Angliru, un puerto corto de unos 5 km de subida por esta cara que empieza relativamente suave entre frondosa vegetación que le otorga a la carretera un marco incomparable, y acaba con rampas durísimas que rozan el 20 % en las revueltas de los km finales. Sin casi esperártelo (en coche) coronas, y emprendes una rápida bajada que en la retransmisión de La Vuelta avisaban por su peligrosidad. Son 8 km de curva y contra curva en un entorno espectacular que acaban en La Vega de Riosa, y sin tan siquiera un tramo llano encaras por fin la subida al Alto de L’Angliru, El Olimpo del Ciclismo, como reza el cartel enunciativo.

El turístico puerto podría ser uno más del montón de no ser por los km finales. Comienza con 4,5 km con una pendiente media del 9 % hasta el área recreativa de Viapará. Desconozco en estos momentos el motivo del nombre pero suena a la interjección que cualquier ciclista exclamaría ante lo que se le avecina. Unos cuantos metros llanos e incluso en ligero descenso ante la imponente subida. Si se afina un poco la vista se aprecian entre la vegetación y las rocas las curvas del final de la subida.

Y empieza lo bueno, un muro de 6 km con una pendiente media del 15 %. Casi cada curva está señalada con un panel informativo y los tramos más relevantes son nombrados en ellos. Primero llega Les Cabanes, con un 22 % que logro salvar a duras penas en 2ª. Estoy grabando la subida con la cámara de fotos en la parte delantera del salpicadero, y tal es la pendiente que la cámara, cada vez que doy una revuelta, cae hacia atrás. Después le toca el turno a Llagos, Picones y Cobayos, en 1ª, que nos van acercando a la zona más conocida del puerto.

DSCN0167 Tras una dura curva de herradura a la izquierda se muestra ante nosotros una interminable línea ascendente asfaltada, una “recta” capaz de bajar el ánimo al más aguerrido escalador. El panel informativo te acaba de apuntillar, La Cueña les Cabres, 23,5 % máximo durante 450 m, pero esto no se acaba, dos curvas cerradas y de nuevo Aviru y Les Piedrusines por encima del 20 %. Acordándome de los últimos grandes ciclistas llego hasta el descanso que conduce al final de la subida. La orografía permite que haya una amplia plataforma rodeada de prados donde colocar la línea de meta y un aparcamiento para coches. Una subida espectacular.

DSCN0170 Sin batería para fotos disfruto de las impresionantes vistas de la Sierra del Aramo, y de un día soleado con una temperatura idónea. Se me está haciendo tarde para mi próximo plan así que emprendo la vertiginosa bajada. No me quiero imaginar esto cuando llueve, debe ser una locura. Afortunadamente el piso está seco y en bastante buen estado. No meto más que 2ª pero hay que utilizar bien los frenos para no pasar de las 3.500 rpm, parece que el motor se vaya a salir del capó, pobre León. Le concedo un descanso al coche y aprovecho para deleitarme con La Cueña les Cabres. Desde la curva anterior subo andando hasta el cartel, cuesta bastante hacerlo andando, no me quiero imaginar en bicicleta que tiende hacia abajo.

DSCN0181 - DSCN0187 - 6155x2775 - SCUL-Smartblend Siguiendo con el descenso me encuentro a algún ciclista que está intentando la proeza, todos ellos en bicis de montaña, las que llevan el mejor desarrollo para esta escalada, pero les lastra unas ruedas demasiado anchas y el peso del conjunto. Alguno, casi todos, le añadirán unos cuantos km a la subida, de los zigzagueos que van hac iendo para disminuir la pendiente. Un verdadero espectáculo, como lo son las palabras del maestro Perico Delgado.

DSCN0192"Ahora, que he subido por segunda vez, puedo decir que conocer esta ascensión y elegir el desarrollo adecuado va a ser básico...A lo largo de la subida he tenido varios momentos donde he sentido como si se detuviese el tiempo. Das pedales sin parar y, cuando de vez en cuando levantas la cabeza, ves que apenas has avanzado, que sigues en el mismo sitio y que te sigue quedando prácticamente lo mismo. Es como esos sueños, que a veces uno tiene, en los que corres como un loco y no avanzas del sitio...Cuando llego al Área Recreativa, encuentro un falso llano, e incluso un ligero descenso, aprovecho para coger aire y recuperar. Una pintada amarilla en el suelo me dice que afronto la parte dura: "Empieza el infierno", dice. Me doy cuenta porque aún estoy entero, porque si llega a estar dos kilómetros más arriba...Sin tiempo que perder, meto el plato pequeño:30 dientes. Procuro seguir con el piñón de 23 para guardar el 25 para luego, cuando llegue lo más duro. Ahora bien, de vez en cuando lo meto para no acumular mucho cansancio y salvar algunas pendientes algo más pronunciadas (Nota de los autores: se refiere al 22% de Les Cabanes y al 20% de Les Picones). Finalmente llego a la Cueña Les Cabres. Según me acerco, recuerdo lo que sentí la primera vez que subí. Lo hacía en compañía de un cicloturista de Riosa que me iba indicando los puntos duros, yo pensaba que ya había pasado lo peor y, de repente, tras una curva a la izquierda, me encontré esta pared. Iba ya al límite y no tenía más desarrollo; se me cayó el mundo al suelo. No sé todavía cómo, pero debí sacar la raza a relucir, como en mis buenos tiempos y, haciendo eses, logré subirla...sin agarrarme. Una vez más pensé que había pasado lo peor. Efectivamente había dejado atrás la pendiente más dura, del 23,5%, pero me había asfixiado tanto que ya no pude recuperar. Además, pasar la parte más dura no significa que el puerto se haya acabado. Luego continúan rampas del 18,5% (N.A.: El Aviru y Les Piedrusines) que requieren también mucho esfuerzo, pero en ese momento, después de dejar atrás la Cueña Les Cabres, estás vacío, completamente entregado y derrotado... Una vez más he sentido esa sensación de que el tiempo no avanza, porque pese al esfuerzo la que no avanza es la bicicleta. Pedaleas, culebreas, sufres...y apenas sirve de algo... Después de una hora de máximo esfuerzo llego a la cima. ¡Qué paisaje! Un falso llano, que al final se convierte en un suave descenso, me conduce a la línea de meta. El descanso sabe a poco porque tienes que seguir dando pedales, pero sientes que ya has salido de ese túnel del tiempo, que la bicicleta avanza y que el aire fresco te da en la cara.... pienso en que, si no estás bien, más vale no venir... Pienso en que más valdrá que ese día haga buen tiempo, porque si no... Pienso en... Ahora que me doy cuenta, si pienso es que no estoy tan mal, ¿no? Pero el puerto es durísimo, el más duro que he subido en mi vida. Que se preparen"

Tras una confusión generada por el GPS que me mete en un aprieto (nunca mejor dicho) concluyo la bajada hasta La Vega y de ahí atajo por Morcín para terminar de rendir un cómodo homenaje al ciclismo descendiendo el puerto de Tenebredo, también ascendido por los ciclistas en la 15ª etapa de La Vuelta 2011. Es un puerto curioso pues no tiene grandes curvas cerradas sino que la bajada es casi continua en línea recta lo que le hace tener una pendiente nuevamente brutal rozando el 20 %.

Así llego a Proaza de nuevo donde voy a dejar de utilizar el gasóleo del coche para usar mis piernas encima de la bici en la Senda del Oso.

He decidido alquilar una bicicleta con la empresa Deporventura en las instalaciones del Área Recreativa de Buyera, en Proaza. Por 10 € tienes 4 horas para recorrerte la Vía Verde tranquilamente con una bici en buen estado (solo le faltaba un poco de grasa en la tija del sillín). Nada más salir del área recreativa pasas junto al Cercado Osero de Paca y Tola, unas osas capturadas hace tiempo, huérfanas, que fueron recuperadas por las autoridades y que son exhibidas en este lugar al resultar inviable su reintroducción. A la izquierda está la instalación primigenia, un cercado en la ladera de una escarpada montaña donde tenían muchos recovecos donde guarecerse. A la derecha está el cercado que actualmente usan, ya que se está intentando la reproducción de las osas mediante un oso, Furaco, proveniente de Cabárceno. Pensaba que no las iba a ver, pero tuve la suerte de encontrarme con Furaco excavando su futuro lugar de hibernación.Asturias2011 (32)

La ruta cruza Proaza y se adentra en un bosque de ribera tupido, atravesando túneles horadados en la roca de incluso centenares de metros, vagamente iluminados, pero encantadores. Se circula en todo momento junto al río Trubia y paralelo a la carretera ya que la ruta se va encajonando en un nuevo desfiladero. Huelga decir, que como muchas otras Vías Verdes de este país, aprovecha el trazado ferroviario de un antiguo tren, en este caso el que transportaba carbón desde Tuñón hasta Teverga. Tiene alguna prolongación y dos ramales. Yo he elegido el que llega hasta Teverga ya que discurre más encajonado.

Asturias2011 (37) Una vez tomado el desvío cambiamos de lado del valle y pedaleamos en esta ocasión junto al río Teverga entre frondosas castaños que ya van perdiendo sus hojas. Así llego hasta Entrago donde paro a avituallarme y descansar bajo el horario previsto. La ruta no es nada dura, son 16 km en suave pendiente ascendente, pero si la tomas con prisa llega a cansar.

Asturias2011 (48) La vuelta, evidentemente es mucho más relajada, cuesta abajo apenas hay que pedalear y me sirve para disfrutar aún más de los paisajes que, una vez más, Asturias me regala. Así voy llegando al final de la ruta, paso por el Cercado Osero y en esta ocasión son Paca y Tola las que están cerca del camino, mientras Furaco se está dando un baño como macho que es. En justo 4 horas he acabado el paseo, muy agradable, y muy recomendable para todo tipo de personas, ya sea andando, o más recomendable, en bicicleta.  Os dejo más muestras de su espectacularidad.

Y así se acaban estos días a mi aire, con actividades frenéticas viendo lo que me apetecía a mi antojo. El siguiente paso es viajar hasta Cangas del Narcea, donde he quedado con mi hermano y los niños para pasar un finde en familia, que ganas tenía. Pero el traslado no iba a ser un viaje más, había que aprovechar a seguir subiendo puertos y admirando panorámicas. Plantee la duda si Somiedo o Puerto de Ventana a los lugareños pero ninguno me supo convencer.

Asturias2011 (55) Finalmente cambié de valle hacia Somiedo por el Puerto de San Lorenzo, crucé el Parque Natural de Somiedo (visitado en 2010) y salí de Asturias por el puerto del mismo nombre. De nuevo la bajada hasta la meseta es mínima. Es necesario pasar a Leon para acceder al Valle de Narcea por el Puerto de Leitariegos, y una vez allí buscar las serpenteantes carreteras que nos conducirán a Genestoso, donde dormiremos en un Hotel Rural encantador en mitad de la montaña.

13 de octubre de 2011

Asturias 2011: Gamoniteiru y Las Xanas

Vuelvo a Asturias, la mejor forma que encuentro de cargar pilas. Ya en Madrid, mientras trabajo, fantaseo con sus paisajes, y me traslado a ellos gracias a herramientas tan imprescindibles para mi como el Google Earth. Pero por más que mejoren nunca será lo mismo que estar allí. Y como tampoco cuesta tanto, lo que más el tiempo para poder venir, pues en esta ocasión me he animado cogiendo dos días libres en mitad de la semana de la hispanidad.

El miércoles visité a la familia en Villanueva y estuve ultimando los detalles de la ruta, en esta ocasión la iba a llevar cargada en el GPS, novedad!

El jueves, pasadas las 9 de la mañana salí con destino León. Hace fresco pero el sol está dominando en el cielo, poco a poco aumentan los grados. Así llego a León donde paro a hacer unas compras de provisiones y poco más. Paso a Asturias por el Puerto de Pajares, que ni me acordaba de él. Es curioso cómo desde la meseta apenas se ascienden unos centenares de metros, mientras que la bajada supera con creces los 1.000 m de desnivel. Con la marcha ralentizada por los camiones, que incluso se adelantan en curva, me da tiempo de admirar el verde en mitad de este octubre seco. Aún no ha entrado con fuerza el otoño, pero alguna hoja ya ha caído y más de las que me esperaba están cambiando de color.

Llego a mi próximo check point, Pola de Lena, donde aprovecho a repostar porque a partir de aquí empieza lo bueno y a saber dónde podré encontrar una gasolinera.

Mi intención es ascender al Puerto de Cobertoria, pero antes de coronarlo sale a la derecha una carretera hacia el Gamoniteiru. Lo tenía estudiado pero la pista no se veía demasiado bien, y no sabía qué me iba a encontrar. Me sorprendo cuando veo que la carretera está recién asfaltada, bastante estrecha pero incluso me cruzo con un par de coches de ganaderos y sin mayores problemas, colaborando, se puede pasar.

DSCN0007 - DSCN0008, 489 - 5091x2044 - CCUL-Smartblend  Curva tras curva va ascendiendo, pero no sé hasta dónde llegará. Desde muy abajo había visto las antenas que lo coronan, hasta donde se supone llega la carretera, pero me parece increíble que vayamos a subir hasta allí.

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Pero ganando metros vamos abandonando los espacios arbolados para pasar a los prados y poco después a los roquedos. Es increíble la altitud que va tomando y la fuerte pendiente. Me estoy imaginando a Cobo subiendo por aquí… en un futuro, pero también pienso si Samu Sánchez habrá subido entrenando.

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Al final se llega sin problemas a las antenas, pero el video que creía que iba grabando no ha comenzado, así que nos tenemos que conformar con la bajada, que aunque espectacular no es tan emocionante como ir subiendo sin saber qué te vas a encontrar.

DSCN0028 - DSCN0038, 491 - 10447x2299 - SCUN-Smartblend Fotos de rigor, porque las vistas son espectaculares de todo el Macizo del Aramo un complejo calizo con numerosas formas kársticas que comprenden entre sus picos principales el Gamonal (L’Angliru), La Berriscal y el Gamoniteiru , siendo este la mayor elevación, con 1.786 metros. Las vistas son impresionantes desde el pico más alto. L’Angliru, otra estampa soñada, no se ve desde aquí por lo cercano y por estar un poco más abajo, tras el Gamonal. Creo que es digno de recorrer a pie y disfrutar sus paisajes y sus formas, pero eso será para otro día con más tiempo.

Y para abajo, grabando hasta mitad de bajada, donde paro a comer. La mejor mesa en el mejor de los restaurantes.

DSCN0053 Concluyo rápidamente la bajada y corono aún más rápido Cobertoria. Desde aquí es bajada larga hasta Barzana y Teverga, el siguiente hito donde quiero reservar plaza en el albergue. Pero cuando llego cual es mi sorpresa que me lo encuentro cerrado, llamo por teléfono y no me lo cogen. De bajada había visto que había también un albergue con muy buena pinta en Barzana (Quirós), el Albergue Rural el Arrojo. Llamo, pero hasta el viernes no abren. Busco otro, en Bustiello, que me suena que lo he pasado hace poco, junto a la Senda del Oso.

Lo busco, me desvío, y ojo! una carreterilla serpentea por la falda de la montaña y toma altura de una forma vertiginosa. Tiene muy buena pinta, pero cuando llego arriba no me creo que pueda haber un albergue aquí. Rebusco y concluyo que debe ser otro Bustiello más cerca de Mieres. Oooooh. Así que sin alojamiento me marcho a empezar la ruta del día, Las Xanas.DSCN0068 Me traslado hasta Villanueva, pasado Proaza, y allí hay un desvío hacia Tenebredo donde nos encontramos con un aparcamiento. Allí dejo el coche, y ya muy tarde por el tema del alojamiento me dispongo a caminar. La ruta no es muy larga, apenas 10 km y no muy exigente, creía. Porque nada más empezar te chupas una cuestaca por la carretera de aúpa, y tras el desvío lo mismo pero entre piedras. Y entre la humedad asturiana y el sol de este mes de octubre me pongo a sudar como un pollo.

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En seguida el sendero se encajona en la piedra labrada por los picos de hace 70 años, cuando aquí se quiso construir un acceso hasta los pueblos de arriba del Valle. No se consiguió y la herencia, afortunadamente, es una preciosa senda colgada de un desfiladero, que ya se conoce como el miniCares.

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En este tramo se pasa un primer túnel pequeño y se ve perfectamente cómo avanza el camino por el hueco horadado en la roca, y a media falda de una escarpada vertiente, entre guijarros de roca caída de un canchal.  DSCN0079

   Sigues avanzando con una caída impresionante a tu derecha, casi 100 m libres hasta el Arroyo de las Xanas. Pasamos un segundo túnel y seguimos viendo pasamanos de cuerdas en la roca. Ahora el firme es mucho más pedregoso, y abandono rápidamente la idea de poder hacer el desfiladero en bici, si fuera con arnés y línea de vida todavía, jejeje.

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Entramos ahora en una zona mucho más angosta si cabe, y penetramos en el desfiladero que ahora tiene menos roca y más arboleda. Las encinas que cubría la roca calcárea hace un rato han sido sustituidas por frondosos árboles de ribera: castaños, tilos, álamos, abedules, sauces… tapizan toda la ladera del desfiladero, junto a un sotobosque de helechos.

DSCN0095 Este bosque de ribera da luego paso a un mágico bosque de hayas, donde sin duda alguna, se esconden las Xanas que en la noche de San Juan se aparecen peinando sus cabellos de oro y lavando sus ropas, mostrando un bello cuerpo y ofreciendo innegables presentes. Lástima que estemos en Octubre, porque de haberlas visto no me hubiera negado a ninguna de sus ofrendas, y con gusto las hubiera liberado del encantamiento que las une al bosque.

Un puente de madera carcomido me despierta de mis ensoñaciones, y me hace poner cuidado. Cambio de vertiente y me pongo a subir escaleras junto a un Molino de agua. Cuando paro a tomar resuello, me doy cuenta de que me he pasado un desvío en un cruce. Justo a mi lado sale una senda a la izquierda que parece que ataja hacia el camino correcto. Bajo y cruzo el arroyo, asciendo por una vereda tapizada de musgo, con cuidado. Sigo subiendo y empiezan a aparecer las dichosas rosas silvestres y las zarzas, me pincho, sangro y el sudor escuece en las heridas.

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Me doy cuenta de que es un camino de vacas que no me va a llevar sano a ningún lado así que decido dar la vuelta. Pero no bajo hasta el cruce, sino que sigo subiendo escaleras porque veo que después llegan a una pista que gira hacia la Ermita de Pedroveyu. Y así es, se cruza de nuevo un puente de madera, y se asciende junto a un prao donde me quedé hace escasos minutos, si hubiera continuado unos metros hubiera vuelto al camino alternativo correcto.

DSCN0103 - DSCN0106 - 8115x1858 - CCUL-Smartblend En fin, llego a un extenso prado donde reconozco el camino que viene del cruce, pero descanso antes de emprender la bajada en la Ermita, tomando un aperitivo y disfrutando de una agradable temperatura y unas admirables vistas.

Ya solo me queda deshacer el camino. Hay otra alternativa que es hacer la ruta circular por detrás de Pedroveyu, pero se me va a hacer tarde y no quiero caminar en los albores del atardecer por sendas desconocidas.

Más descansado (es cuesta abajo ahora) me siento más inspirado y motivado para hacer fotos, pero la luz no me deja sacar buenas instantáneas,así que la mejor solución será volver con más tiempo porque la ruta merece mucho mucho la pena. Gracias a Nacho que me la recomendó.

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Para acabar el día, ceno junto al aparcamiento, doy un paseo por Proaza y decido subir a dormir en el coche junto a la Ermita de Pedroveyu y su tejo milenario. Sin duda, un marco incomparable.

25 de septiembre de 2011

Bicicochinillo: Cercedilla – Fuenfría - Segovia

POR FIN

Por fin llevamos a cabo este plan que andaba delante de nosotros un par de años. Por fin retomamos las salidas en bici aventureras. Por fin vuelvo a salir con alguno de mis compis de siempre de ruta. Por fin se anima gente nueva. Por fin una ruta por la Sierra con los del curro. Por fin una ascensión digna.

Ha sido la ruta del reencuentro: con los nuevos, con los de siempre, con la bici y con la Sierra. Y un reencuentro muy digno, con un colofón por todo lo alto, un gran día.

Organizados por compañeros del curro, nos presentamos en Cercedilla a las 9:15. Allí hemos quedado Dani, Alberto, Pablo y sus colegas Antonio y Nica, Óscar, Bea y Dani y un servidor. Hace fresquete aún pero las primeras rampas camino de Las Dehesas nos hacen entrar rápidamente en calor. Hemos decidido no internarnos por la Calzada Romana, que pese a ser mucho más bonito y entretenido, podría suponer mayor complicación tanto en el pedaleo como a la hora de decidir qué camino había que coger.

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Las primeras rampas por la carretera saliendo de Cercedilla las tomamos fuertes, quizá por la ansiedad de afrontar la subida. Esto va a suponer que se empiece a quedar gente. Miro para atrás y veo que Bea y Dani toman sabiamente su ritmo, el ritmo de Bea, y a uno de los amigos de Pablo que va de naranja. Junto al desvío del Hospital de la Fuenfría nos agrupamos y esperamos bastantes minutos a que lleguen los rezagados. Antonio se entera de que Nica se ha quedado “indispuesto” agarrado a un árbol. Pobre chaval, le hemos visto solo de pasada y nos hemos puesto a tirar como aberraos, se debe haber asustado y entre que no pillas el ritmo y que no vas con gente que conoces… conozco la sensación, y a veces la cabeza es peor que las piernas. En fin, se vuelve para el tren, una baja. Pero los que no aparecen son Bea y Dani. Óscar y Alberto bajan a buscarles y al final estamos en tres grupos separados que no sabemos ni donde anda cada uno, menos mal que decidimos ir por el camino fácil…

image Finalmente nos acabamos juntando todos en las primeras rampas duras tras los aparcamientos de Las Dehesas. Lo que hemos pasado hasta ahora no era nada fácil, pero lo que tocaba afrontar a continuación iba a ser lo más duro de la subida, lo sabía de la ocasión anterior en la que subimos. En el km 5 se encuentran las rampas más duras, con una pendiente media del 12 % con un asfalto descarnado, desconchado y con gravilla suelta. Aquí cada uno a su ritmo. Me he quedado atrás, Dani Rubio coge buena marcheta y me deja tirado. Atrás queda Bea, le doy la bendición cuando ha pasado lo más duro de bajarse de la bici pero la tía se agarra como una lapa al manillar de su bici rígida-rígida. Lo veníamos comentando en la subida. Esa bici puede llegar a pesar más de un 50 % de lo que pesan las nuestras, y lo que es peor lleva un desarrollo con un plato pequeño de unos cuantos dientes más que los nuestros y un piñón bastante más pequeño, es decir, que tienes que hacer mucha fuerza para mover los pedales. Pero la tía sube que te sube sin bajarse.

Cruzamos la calzada romana y seguimos por la Carretera de la República. Me junto con Óscar que me va a subir hasta el Mirador de Vicente Aleixandre a buen ritmo, él con el plato mediano y yo con los piñones medianos. Este tramos es más tendido, un 9 % de media con algún descansillo. Mientras conversamos de bicis Óscar no me deja bajar de 10 km/h. Mis pulsaciones a su aire sin bajar de 175 bpm. El resultado es que pillamos a los que van por delante y casi cojo a Dani que es el primero en llegar al mirador del poeta. Primeras impresiones, un descanso, el piti de Pablo y unas fotos con las buenas vistas de la Sierra de Madrid.

image SAM_0193Retomamos el camino y nos hemos quedado un poco fríos, yo al menos lo tengo en la bajadita tras el mirador. Luego el terreno no castiga demasiado si no has llegado mal. Sobre un 8 % los últimos 4 km que pedaleo charlando con Pablo hasta llegar a la cima del Puerto de la Fuenfría en el km 13 de ruta. Ni frio ni calor, un día estupendo. Repostamos en la cima del puerto con Monton de Trigo vigilándonos y pidiendo que le subamos este año. Nos sorprende un tinglao montado en el puerto con pucheros y un cocinero como si hubiera un catering, al que finalmente se aproxima un grupo con camisetas naranjas. Pero a nosotros nos espera el cochinillo segoviano, que no desmerece nada.

SAM_0200 SAM_0203 Pero para llegar hay que bajar, teóricamente lo más fácil, siguiendo el trazado del Camino de Santiago con sus flechas amarillas. El primer tramo de bajada, hasta Fuente la Reina, tiene muchas, muchísimas piedras, y hay que bajar con velocidad pero con cuidado. Seguimos pensando en qué debe sentir Bea con su bici sin suspensión.

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Nos agrupamos, rellenamos agua y ajustamos la horquilla de Alberto, decidimos el camino a tomar y de nuevo para abajo. Ahora es un tramo de asfalto nuevo que deja rodar muy bien y a gran velocidad. Tomamos el desvío de la izquierda dejando el camino de la derecha, imaginamos que más interesante, para otra ocasión. La carretera se empina más cuesta abajo y alcanzamos gran velocidad.

El camino que habíamos evitado es la calzada romana que se vuelve a cruzar delante de nosotros unos 5 km más adelante. Indico que hay que seguir recto y que en el cruce con la siguiente pista asfaltada nos vemos, espero a los rezagados para dar la misma indicación. El último tramo asfaltado es una bajada vertiginosa que acaba junto a la tapia empedrada de una finca ganadera. Juraría haber quedado allí, pero no hay nadie… han seguido bajando, por un tramo con aún más pendiente. Aviso por el walkie, y negocio por el móvil. Si no hubiera sido por el cochinillo en Segovia hubiéramos acabado en Valsaín. Pero había ganas de comer bien, y los chavales se pegaron un calentón a subir la cuesta que se acordarán durante un tiempo.

SAM_0209 Hemos abandonado los pinares de Valsaín y entramos en una zona adehesada algo despoblado de encinas. Es difícil encontrar el camino, pero navegando con el GPS consigo encontrar un sendero que baja hacia la ciudad del horizonte: Segovia.  Es algo técnico, con toboganes y saltos, piedras por el camino y algún pedrusco más grande que hace estar muy atentos. Lo vamos salvando como podemos, solo Bea tiene un incidente al bajarse de la bici en una de las reuniones, cuando se cae por un terraplén sin mayor problema que el rebozarse por el polvo.

Los chavales ya no corren tanto, y esperan en los cruces a ver por dónde hay que ir, tanto es así, que Pablo que va justo delante de mi frena en seco y estoy a punto de tragármelo y darnos un buen tortazo. Bajamos un poco el sillín y pedaleamos ya por un sendero con más alternativas en la trazada y con más margen de error que el anterior. Así acabamos llegando al cruce con una carretera donde la pendiente suaviza mucho. Se trata de seguir dando pedales por una ancha vereda, con senderos paralelos más divertidos, hasta cruzar las vías del AVE y la Carretera de Circunvalación de Segovia.

SAM_0216 Ya podemos oler el cochinillo. Hemos calculado muy bien la hora y vamos a poder tomarnos una caña antes tranquilamente mientras esperamos a Luis de Ossorno que se ha venido de Salamanca a compartir mesa con nosotros.

Entramos triunfalmente por las calles de Segovia, dejamos la visita del acueducto para después de comer, y guío al grupo GPS en mano hasta el restaurante donde hemos reservado mesa: Venta Magullo, que se encuentra en La Lastrilla a unos 3 km de Segovia. Llegamos sin mayor problema pensando en que luego hay que desandar este camino después de comer hasta el tren. A las puertas del restaurante nos espera una concentración de coches americanos muy chulos, pero los más chulos somos nosotros con la pedazo de ruta y el día que hemos cogido, 38 km hasta la puerta del restaurante y garaje para las bicis, todo un lujazo que se ha buscado Dani Rubio para la ocasión.

SAM_0218 SAM_0224 Tan solo nos queda dar cuenta de una suculenta comida: exquisitas croquetitas, chorizo a la olla, revuelto de boletus con hojaldre, ensalda y COCHINILLO, una muy buena tajada sí señor, de crujiente piel y grasita, mu rico mu rico. Lástima que luego tengamos que coger la bici de nuevo, si no hubiera abusado aún más de mi tajada, pero tampoco podía evitar tomarme alguno de los llamativos postres: lágrima de chocolate con crema de avellana y helado de yogur bañado en crema de toffe. Y no podía faltar un buen vino de mesa. Salió todo por unos 45 € pero comimos muy bien, en cantidad y de calidad, nos lo habíamos ganado.

SAM_0226 SAM_0227 Ahora “solo” quedaba recuperar las bicis, visitar el acueducto romano y buscar la estación. Ante la espera unos licores y después un viaje de 40 minutos en Cercanías con las bicis hacinadas hasta Cercedilla, y el coche hasta Madrid. Ah! bajando del tren descubrí que había pinchado.

SAM_0247 Y pa la próxima, que se apunten los que han faltado y exploraremos los caminos de bajada que pueden ser más emocionantes que el asfalto.

26 de julio de 2011

Presa Rota de Vega de Tera

Tengo cuentas pendientes con la comarca de Sanabria que poco a poco voy saldando, creo que con buena nota. Son muchos años yendo al Parque Natural del Lago de Sanabria y sus alrededores, últimamente son varias las rutas por las que lo he recorrido, pero había una que quedaba pendiente. Desde que conocí el Lago me impresionó su paisaje y después su trágica historia. La de unas aguas que dan vida y que esconden la muerte.

En esta historia cumple un papel importante el Cañón del Río Tera y el río que lo surca, pero no menos clave es la mano del hombre que transforma la naturaleza a su antojo, creyéndose el amo de todo sin pagar ningún tributo. Tal pago fue ejecutado una gélida noche de enero en el año 1959, cuando las aguas embalsadas del río Tera reventaban la mampostería cayendo brutalmente sobre los vecinos de Ribadelago. 144  personas desaparecieron, buena parte niños, y tan sólo 29 fueron encontradas. El resto descansa en las aguas del Lago en lo que hasta hace poco era la mayor tragedia humanitaria de nuestro país.

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Quería rendir un homenaje a esas víctimas, aprovechando la espectacularidad del paisaje, y marcarme una ruta por el recorrido que llevaron las aguas hasta la desgracia, y encontrarme con la causante y primera víctima de la tragedia, la Presa de Vega de Tera.

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Diversas eran las posibilidades y muchas dudas me presentaron hasta el momento final. Finalmente, tras indagar opiniones de otros senderistas me decidí a subir directamente por el Cañón del Tera, superar la presa y continuar por la pista que da acceso a los innumerables embalses de la cuenca superior. Para bajar habría varias opciones, o bajar por el Cañón del Cárdenas o por el plano inclinado de Moncabril.

Madrugué para emprender el viaje, y con el castigo de no encontrar pan para el camino me puse en marcha a las 9:30 de la mañana. Las noches habían estado siendo frescas pero a esas horas la temperatura era perfecta. Comienzo la ruta desde el aparcamiento de Ribadelago junto a una pareja que dejo que me adelante para caminar más tranquilo.

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El inicio es una bonita senda bajo los árboles, pero pronto voy a comprobar lo que la guía ya me advertía: el causado estiaje del Tera en verano. Las superficies de agua que aparecía eran mansas y casi estancadas, y el agua fluía apenas por algún regato. Se “vadea” el río en un par de ocasiones, pero en vez de agua lleva piedras. Seguro que hay épocas más bonitas para el disfrute del paisaje, pero con las rocas húmedas el camino sería muy difícil.

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En seguida abandono la senda de tierra para afrontar las primeras rocas que hay que superar en el camino. Se gana altura de menos a más, subiendo rocas, bordeándolas, intentando encontrar las estacas que marcan el camino, al más puro estilo de la Alta Pedriza. He de decir que es un itinerario marcado por la gente del Parque, pero escaso en indicaciones. DSCN9577

Nos encontraremos con algunas estacas de color verde, y algunas más flechas verdes pintadas en las rocas. Por suerte los hitos de piedra ayudan a seguir el camino correcto, en la mayoría de casos, por que hay ocasiones en las que te conducen hacia alguna panorámica, y cuando quieres volver sobre tus pasos has perdido el camino. Considero por ello indispensable el GPS y tener conocimientos de orientación. Con esto y un poco de sensatez no tendremos problema, al fin y al cabo estamos en un cañón fluvial, no hay muchas opciones, aún que sí piedras que escalar.

 DSCN9584 Fotografío y me remojo en la Poza de las Ninfas, donde compruebo el porqué de su nombre, mucho menos mágico y más entomológico. Voy atrancado en ritmo, me cuesta mucho progresar y me espoleo comiendo arándanos deshidratados.

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Así consigo llegar hasta una preciosa cascada que rellena una poza que provoca el baño, pero no caigo en sus garras y tras fotografiarla prosigo el camino buscando mi próximo hito, la Cueva de San Martín, destino lógico de muchas otras caminatas. Llevaba 5 km caminando, para los cuales había invertido 3 horas. 

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La Cueva de San Martín se trata de una laguna de oscuras aguas, presidida por una pequeña cascada que de nuevo invita a l baño. Y como necesitaba un merecido descanso aproveché para darme un chapuzón. Las aguas estaban frías, pero he de decir que no tanto como las de alguna piscina que conozco. Me reconfortó la musculatura y de nuevo repuse algo de energía y líquido aunque con la preocupación de acabar la mitad de mi agua cuando quedaba aún tanto por recorrer.

DSCN9632 - DSCN9633 - 4483x1965 - SCUL-Smartblend Cuando proseguí el camino me encontré con una pareja que es estaba dando un baño, y con tres jóvenes que bajaban la laguna, sería al únicas personas que me encontrase en este tramo de la ruta. Afronto este segundo tramo de la ruta que es menos exigente en cuanto a la pendiente, sin desaparecer los tramos de roca que hay que sortear y escalar. Si os fijáis en el perfil de la ruta apenas gano 200 m en 4 km, pero tardo 2 horas en recorrerlo. Cada paso es verdaderamente desalentador. Te enfrentas a espesas zonas de arbusto, con las escobas campanilleando sus legumbres, robles, enebros, rosas y zarzas… cantidad ingente de vegetación que te impide el paso, te oculta el sendero y te araña la piel a tu paso. No sé qué fue más duro si progresar sobre la roca o progresar bajo una vegetación que tapaba el camino con metros de altura.

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Pero por fin divisé a lo lejos Presa Rota. Y tal fue la emoción, que perdí el track que estaba siguiendo, caminando ahora por la izquierda del río y siguiendo los hitos de piedra. Me costó mucho encontrarlos, en algún momento no había problema porque caminaba sobre roca,  y me acercaba al río a ver si encontraba algún sitio donde corriera más el agua y poder beber algo. En otros momentos de nuevo la vegetación se apoderaba del sendero y perdía referencias para avanzar.

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Cuando llegué al muro de mampostería me invadía el cansancio, la duda y la preocupación por saber que me estaba quedando sin agua, y el desasosiego al contemplar la devastación. Observando los restos de la presa esparcidos por el cauce y divisando la mampostería en mal estado que aún se aprecia en la presa, recordaba los números de la tragedia: 8 millones de metros cúbicos de agua en la madrugada de una noche de invierno en la que el termómetro de Galende marcaba -18ºC; un frente de agua de 9 m de altura que llegó rápidamente al pueblo de Ribadelago situado 8 km aguas abajo y que apenas tuvo tiempo de protegerse tras escuchar el estruendo del agua que desbordaba; 144 muertos, la mitad mujeres y niños, 28 cadáveres recuperados y ningún responsable procesado. Si queréis más información podéis echarle un vistazo al programa de Documentos TV que TVE emitió en 2009 conmemorando los 50 años de la tragedia.

DSCN9650 - DSCN9657 - 7368x2064 - CCUL-SmartblendDSCN9663 Recordando y haciendo fotos comencé a subir hasta los restos de la presa, y me olvidé del hambre que tenía. Cuando quise buscar un sitio para descansar y comer, me encontraba en la pista que sirve de acceso a los embalses de la Confederación Hidrográfica y Endesa, y no había sombra bajo la que cobijarse así pues me tuve que conformar con una cuneta bajo una piedra.

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Saqué las viandas: frutos secos, un poco de jamón, queso curado y fuet… lo mejor que hay cuando escasea el agua. Menos mal que traía una lata de coca-cola que era lo que me animaba a seguir desde hace un buen rato. Pero era imposible deglutir nada, tenía la boca como una alpargata y todo se me hacía bola. Nada, unas rodajas de fuet y un trozo de queso y a seguir el camino.

Continuaba el tramo de subida hasta llegar al collado. Pero era un tramo cómodo de pista que me permitía avanzar a un ritmo bueno bajo un sol de justicia. Me quedaba medio litro de agua en el botellín de la bici, con un buen trozo de hielo que me la iba a mantener fresca todo el camino, pero había que racionarla. Un buche cada pocos km y música en mis oidos para no pensar en ello.

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Llegamos al collado desde donde se divisa Vega de Conde y Peña Trevinca al norte y nuestro camino y el embalse de Garandones al sur. Durante la subida me crucé un con todoterreno que iba hacia la presa y me tranquilizó pensar que tenía que volver y si pasaba algo me podía socorrer. Y así fue, cuando dió la vuelta y me sobrepasó le paré, le pregunté por una fuente cercana y me indicó que por el camino que iba a llevar yo no encontraría ninguna, ni en las instalaciones de Moncabril. Así que muy amablemente me ofreció su agua, casi medio litro que me dio la vida en ese momento, y me animó a seguir más tranquilo.

Fueron cayendo los km con rapidez divisando las parameras de alta montaña de Sanabria, donde hace siglos se instaló el hielo. He de indicar que lo que nos rodea es un paisaje glaciar, el valle del Tera es un valle en artesa, pero como el carácter fluvial que posee ahora es muy marcado, la verdad, que ahora mismo se aprecia mal el modelado glaciar. Otro de los efectos de esta acción del hielo son las innumerables lagunas que pueblan las cumbres, que han favorecido el aprovechamiento hidroeléctrico de la zona mediante la construcción de los numerosos embalses que ahora divisamos. Tal es el caso del embalse de los Garandones, sobre el cañón del Cárdenas que curiosamente se construyó también con material suelto justo después de la tragedia de Vega de Tera.

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Mi decisión final es dejar el Cañón del Cárdenas para otra ocasión y descender junto al plano inclinado de las instalaciones de Moncabril. Para ello tomo el desvío junto al embalse de Garandones y camino entre Pico del Fraile y su laguna, para acceder poco después a las casetas de los operarios que controlan todas las presas del lugar desde el Alto de Moncabril. Desde aquí la panorámica es inmejorable con el Lago de Sanabria al fondo, los dos Ribadelagos en su orilla, y los cañones fluviales del Tera y del Cárdenas a izquierda y derecha respectivamente.

DSCN9705 DSCN9707 - DSCN9715 - 8453x2623 - SCUL-Smartblend La guía que había manejado indicaba como posible punto de acopio de agua estas instalaciones, pero el chaval del todoterreno me dijo que aquí no había fuente. Cual fue mi sorpresa al comprobar que por una pared caía agua, que se acumulaba en un pequeño pebetero del que surgí un minúsculo e insignificante chorrito de agua. Pero para mi eso significaba saciar toda mi sed, y como caminante en el desierto tragué ansioso, haciendo uso de mis manos, más aire que agua. Resultado: al poco tiempo cuando empezaba la bajada estaba hinchado y con flato.

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La bajada que afrontaba ahora era muy pronunciada: en 2,5 km descendería 530 m zigzagueando, por eso decidí no hacer la ruta en sentido contrario. Fue muy exigente para mis pies que acumulaban ya más de 20 km y se resentía de sus plantas. Aún con flato seguía con sed, y buscaba el río que cruzaba una y otra vez bajo mis pies, pero no había forma de acceder a él por los numerosos helechos que lo protegían. Así llegué a divisar el plano inclinado, la infraestructura construida por Hidroeléctrica de Moncabril para subir a los operarios y trabajadores al Alto de Moncabril a través de un tren de tipo cremallera por la inclinada pendiente.

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Ya contaba las curvas que tenía que dar el camino para llegar a Mocabril, abajo, y desde ahí recorrer el “escaso” kilómetro y medio hasta el coche. Pero en Ribadelago me esperaba el anhelo del día: un bote de aquarius y una botella de fresca agua que bebida a sorbos esta vez me supo a agua bendita.

DSCN9755 Mientras recorría estos últimos metros reconocía mi imprudencia en cuanto al aprovisionamiento del agua, lo duro de la subida hasta Cueva de San Martín, y el fatigoso tramo hasta Presa Rota. Había subestimado la ruta en dureza. En distancia, como siempre ocurre, había hecho más de lo planificado, 25 kilómetros habiendo hecho el tramo corto al final. Por su significado es de las rutas más bonitas que haya hecho, también de las más duras por todos los factores (11horas y media caminando bajo el sol de julio), si bien es cierto el rio estaba muy seco. Es de entender que en primavera tiene que ser una ruta preciosa y bastante interesante hasta Cueva de San Martín. También existe la posibilidad de salir desde la Laguna de los Peces y bajar directamente a Cueva de San Martín y desde ahí acceder a Presa Rota, o llegar hasta allí por la pista que nace en Porto en todoterreno o bicicleta. En todo caso el paisaje y el esfuerzo es espectacular, pero siempre recompensado.

Si sois aficionados a la pesca o la naturaleza en sí, os recomiendo echarle un ojo al reportaje de Jara y Sedal, en el que veréis la ruta desde la Laguna de los Peces, y la dureza del camino.

Para finalizar con este homenaje, os dejo unas fotos históricas cedidas a La Opinión de Zamora por el Archivo Histórico Provincial y la Subdelegación del Gobierno. En su memoria.

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Track wikiloc de la ruta