25 de septiembre de 2011

Bicicochinillo: Cercedilla – Fuenfría - Segovia

POR FIN

Por fin llevamos a cabo este plan que andaba delante de nosotros un par de años. Por fin retomamos las salidas en bici aventureras. Por fin vuelvo a salir con alguno de mis compis de siempre de ruta. Por fin se anima gente nueva. Por fin una ruta por la Sierra con los del curro. Por fin una ascensión digna.

Ha sido la ruta del reencuentro: con los nuevos, con los de siempre, con la bici y con la Sierra. Y un reencuentro muy digno, con un colofón por todo lo alto, un gran día.

Organizados por compañeros del curro, nos presentamos en Cercedilla a las 9:15. Allí hemos quedado Dani, Alberto, Pablo y sus colegas Antonio y Nica, Óscar, Bea y Dani y un servidor. Hace fresquete aún pero las primeras rampas camino de Las Dehesas nos hacen entrar rápidamente en calor. Hemos decidido no internarnos por la Calzada Romana, que pese a ser mucho más bonito y entretenido, podría suponer mayor complicación tanto en el pedaleo como a la hora de decidir qué camino había que coger.

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Las primeras rampas por la carretera saliendo de Cercedilla las tomamos fuertes, quizá por la ansiedad de afrontar la subida. Esto va a suponer que se empiece a quedar gente. Miro para atrás y veo que Bea y Dani toman sabiamente su ritmo, el ritmo de Bea, y a uno de los amigos de Pablo que va de naranja. Junto al desvío del Hospital de la Fuenfría nos agrupamos y esperamos bastantes minutos a que lleguen los rezagados. Antonio se entera de que Nica se ha quedado “indispuesto” agarrado a un árbol. Pobre chaval, le hemos visto solo de pasada y nos hemos puesto a tirar como aberraos, se debe haber asustado y entre que no pillas el ritmo y que no vas con gente que conoces… conozco la sensación, y a veces la cabeza es peor que las piernas. En fin, se vuelve para el tren, una baja. Pero los que no aparecen son Bea y Dani. Óscar y Alberto bajan a buscarles y al final estamos en tres grupos separados que no sabemos ni donde anda cada uno, menos mal que decidimos ir por el camino fácil…

image Finalmente nos acabamos juntando todos en las primeras rampas duras tras los aparcamientos de Las Dehesas. Lo que hemos pasado hasta ahora no era nada fácil, pero lo que tocaba afrontar a continuación iba a ser lo más duro de la subida, lo sabía de la ocasión anterior en la que subimos. En el km 5 se encuentran las rampas más duras, con una pendiente media del 12 % con un asfalto descarnado, desconchado y con gravilla suelta. Aquí cada uno a su ritmo. Me he quedado atrás, Dani Rubio coge buena marcheta y me deja tirado. Atrás queda Bea, le doy la bendición cuando ha pasado lo más duro de bajarse de la bici pero la tía se agarra como una lapa al manillar de su bici rígida-rígida. Lo veníamos comentando en la subida. Esa bici puede llegar a pesar más de un 50 % de lo que pesan las nuestras, y lo que es peor lleva un desarrollo con un plato pequeño de unos cuantos dientes más que los nuestros y un piñón bastante más pequeño, es decir, que tienes que hacer mucha fuerza para mover los pedales. Pero la tía sube que te sube sin bajarse.

Cruzamos la calzada romana y seguimos por la Carretera de la República. Me junto con Óscar que me va a subir hasta el Mirador de Vicente Aleixandre a buen ritmo, él con el plato mediano y yo con los piñones medianos. Este tramos es más tendido, un 9 % de media con algún descansillo. Mientras conversamos de bicis Óscar no me deja bajar de 10 km/h. Mis pulsaciones a su aire sin bajar de 175 bpm. El resultado es que pillamos a los que van por delante y casi cojo a Dani que es el primero en llegar al mirador del poeta. Primeras impresiones, un descanso, el piti de Pablo y unas fotos con las buenas vistas de la Sierra de Madrid.

image SAM_0193Retomamos el camino y nos hemos quedado un poco fríos, yo al menos lo tengo en la bajadita tras el mirador. Luego el terreno no castiga demasiado si no has llegado mal. Sobre un 8 % los últimos 4 km que pedaleo charlando con Pablo hasta llegar a la cima del Puerto de la Fuenfría en el km 13 de ruta. Ni frio ni calor, un día estupendo. Repostamos en la cima del puerto con Monton de Trigo vigilándonos y pidiendo que le subamos este año. Nos sorprende un tinglao montado en el puerto con pucheros y un cocinero como si hubiera un catering, al que finalmente se aproxima un grupo con camisetas naranjas. Pero a nosotros nos espera el cochinillo segoviano, que no desmerece nada.

SAM_0200 SAM_0203 Pero para llegar hay que bajar, teóricamente lo más fácil, siguiendo el trazado del Camino de Santiago con sus flechas amarillas. El primer tramo de bajada, hasta Fuente la Reina, tiene muchas, muchísimas piedras, y hay que bajar con velocidad pero con cuidado. Seguimos pensando en qué debe sentir Bea con su bici sin suspensión.

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Nos agrupamos, rellenamos agua y ajustamos la horquilla de Alberto, decidimos el camino a tomar y de nuevo para abajo. Ahora es un tramo de asfalto nuevo que deja rodar muy bien y a gran velocidad. Tomamos el desvío de la izquierda dejando el camino de la derecha, imaginamos que más interesante, para otra ocasión. La carretera se empina más cuesta abajo y alcanzamos gran velocidad.

El camino que habíamos evitado es la calzada romana que se vuelve a cruzar delante de nosotros unos 5 km más adelante. Indico que hay que seguir recto y que en el cruce con la siguiente pista asfaltada nos vemos, espero a los rezagados para dar la misma indicación. El último tramo asfaltado es una bajada vertiginosa que acaba junto a la tapia empedrada de una finca ganadera. Juraría haber quedado allí, pero no hay nadie… han seguido bajando, por un tramo con aún más pendiente. Aviso por el walkie, y negocio por el móvil. Si no hubiera sido por el cochinillo en Segovia hubiéramos acabado en Valsaín. Pero había ganas de comer bien, y los chavales se pegaron un calentón a subir la cuesta que se acordarán durante un tiempo.

SAM_0209 Hemos abandonado los pinares de Valsaín y entramos en una zona adehesada algo despoblado de encinas. Es difícil encontrar el camino, pero navegando con el GPS consigo encontrar un sendero que baja hacia la ciudad del horizonte: Segovia.  Es algo técnico, con toboganes y saltos, piedras por el camino y algún pedrusco más grande que hace estar muy atentos. Lo vamos salvando como podemos, solo Bea tiene un incidente al bajarse de la bici en una de las reuniones, cuando se cae por un terraplén sin mayor problema que el rebozarse por el polvo.

Los chavales ya no corren tanto, y esperan en los cruces a ver por dónde hay que ir, tanto es así, que Pablo que va justo delante de mi frena en seco y estoy a punto de tragármelo y darnos un buen tortazo. Bajamos un poco el sillín y pedaleamos ya por un sendero con más alternativas en la trazada y con más margen de error que el anterior. Así acabamos llegando al cruce con una carretera donde la pendiente suaviza mucho. Se trata de seguir dando pedales por una ancha vereda, con senderos paralelos más divertidos, hasta cruzar las vías del AVE y la Carretera de Circunvalación de Segovia.

SAM_0216 Ya podemos oler el cochinillo. Hemos calculado muy bien la hora y vamos a poder tomarnos una caña antes tranquilamente mientras esperamos a Luis de Ossorno que se ha venido de Salamanca a compartir mesa con nosotros.

Entramos triunfalmente por las calles de Segovia, dejamos la visita del acueducto para después de comer, y guío al grupo GPS en mano hasta el restaurante donde hemos reservado mesa: Venta Magullo, que se encuentra en La Lastrilla a unos 3 km de Segovia. Llegamos sin mayor problema pensando en que luego hay que desandar este camino después de comer hasta el tren. A las puertas del restaurante nos espera una concentración de coches americanos muy chulos, pero los más chulos somos nosotros con la pedazo de ruta y el día que hemos cogido, 38 km hasta la puerta del restaurante y garaje para las bicis, todo un lujazo que se ha buscado Dani Rubio para la ocasión.

SAM_0218 SAM_0224 Tan solo nos queda dar cuenta de una suculenta comida: exquisitas croquetitas, chorizo a la olla, revuelto de boletus con hojaldre, ensalda y COCHINILLO, una muy buena tajada sí señor, de crujiente piel y grasita, mu rico mu rico. Lástima que luego tengamos que coger la bici de nuevo, si no hubiera abusado aún más de mi tajada, pero tampoco podía evitar tomarme alguno de los llamativos postres: lágrima de chocolate con crema de avellana y helado de yogur bañado en crema de toffe. Y no podía faltar un buen vino de mesa. Salió todo por unos 45 € pero comimos muy bien, en cantidad y de calidad, nos lo habíamos ganado.

SAM_0226 SAM_0227 Ahora “solo” quedaba recuperar las bicis, visitar el acueducto romano y buscar la estación. Ante la espera unos licores y después un viaje de 40 minutos en Cercanías con las bicis hacinadas hasta Cercedilla, y el coche hasta Madrid. Ah! bajando del tren descubrí que había pinchado.

SAM_0247 Y pa la próxima, que se apunten los que han faltado y exploraremos los caminos de bajada que pueden ser más emocionantes que el asfalto.