7 de junio de 2010

Cumbre de Peñalara

Me sobraban ya las ganas de subir al techo de la Sierra de Guadarrama. Hará 10 años que subí hasta la Laguna Grande de Peñalara con la Facultad, me llamaba mucho la atención llegar a la cumbre pero han ido pasando los años y allí seguía, indómita observando cómo llegaba a puertos vecinos montado en bici.

De un tiempo a esta parte la opción era más clara, los compañeros del curro han estado saliendo últimamente a la montaña y ya en su día subieron a Peñalara, pero entonces estaba yo de baja con la clavícula rota.

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El viernes pasado se presentaba un fin de semana poco movido, así que propuse a mi amigo Dani intentar la ruta en estos calurosos días. La noche del viernes se complicó un poco y lo acabamos dejando para el domingo. Las temperaturas que estamos sufriendo en Madrid, de máximas por encima de 30 ºC, desaconsejaban demorar la partida, y siendo el regreso del puente del Corpus, comer por allí era arriesgarse a deglutir luego un jugoso atasco. 

Así que a las 9 de la mañana quedamos en el Puerto de Cotos, buen madrugón. De camino innumerables ciclistas de carretera subían Navacerrada, y llegando a Cotos me encontré con la cola que hacía un grupo grande de corredores. En el aparcamiento numerosas personas (tampoco demasiadas) preparaban un día en familia, o un ascenso con los amigos de todas las edades. Pienso que la media de edad era avanzada entonces, cosas de la hora imagino.

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La ruta propuesta era circular, en sentido antihorario, evitando tanto en subida como en bajada el antiguo remonte, desviándonos en el Mirador de la Gitana para pasar de largo la Laguna Grande. Nos íbamos a encontrar con más lagunas, así que no había problema. Hasta aquí el recorrido era conocido por mi. El tiempo acompañaba, nada de calor, unos 17 ºC, sol y alguna nube en el cielo. El campo verde y florido de amarillo, con el verdor del liquen de fondo sobre la roca.

Tras cruzar el arroyo de la Laguna empieza una fuerte subida que no me esperaba. Por eso no encuentro el ritmo, al principio subo alegre, supero piedra tras piedra, pero en seguida me ansío y me atranco. Ya empezamos a ver la gente que nos acompañará en el principio de ruta, alguno más en forma que otros. 143, 7 imagenes, DSCN9580 - DSCN9586 - 4860x2615 - CCUL-SmartblendSuperada la primera pendiente fuerte queda seguir la senda, por curva de nivel, encontrándonos con algunos lagunajos que al principio creíamos lagunas. Justo antes de llegar al escalón de la Laguna de Claveles hacemos un descanso y vemos cómo un par de chicos se salen del camino y caminan hacia un nevero. Al principio creíamos que eran los típicos curiosos que quieren tocar la nieve, pero no, acto seguido se ponen a subir casi en vertical por el hielo. Y allí les dejamos. Ese nevero da a un par de canchales y de nuevo otro nevero en garganta, que sube casi hasta la misma cima de Peñalara. Nosotros proseguiremos nuestro más sencillo camino…

145, 5 imagenes, DSCN9598 - DSCN9602 - 6475x2009 - CCUL-Smartblend144, 6 imagenes, DSCN9591 - DSCN9596 - 6830x2532 - CCUL-SmartblendPasamos la Laguna de Claveles (no es la de la foto) y proseguimos ya divisando los innumerables puntos de colores sobre los riscos y la cresta por la que pronto seremos nosotros caminando. Nos entretenemos haciendo fotos a los veneros, y a la imponente fachada sur del macizo de Peñalara. Continuamos caminando y en seguida llegamos a la Laguna de Pájaros. Dan ganas de meterse, si no fuera por lo fría que tiene que estar, aunque nosotros tampoco andamos con mucha más temperatura.

DSC00347 Bip, bip: “oye, que no es por aquí”, “anda, nos hemos salido del sendero”. Menos mal que vamos con GPS, pero vamos, que el camino es sencillo, proseguir casi en línea recta por la cresta, siguiendo unos cuantos mojones (malamente indicada la ruta) y muchas más personas. Ya hemos visto unos cuantos corriendo montaña arriba y ahora vemos alguno más a bastante velocidad bajando las peñas. En esto que empezamos a pensar que de ropa no vamos sobrados. Entra un fresquete por la sudorosa espalda que te deja los riñones helados, ya veremos si en cumbre no nos tenemos que poner el impermeable a modo de abrigo.

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Enfilamos las primeras rampas, sabemos que son más largas que la primera de Laguna Grande, pero salvo un tramo, menos empinadas. Pero ya vamos viendo dónde cae la cima de Peñalara, y el escollo del Risco de los Claveles justo por delante. Llegamos a su base, queda imponente, y suponemos que habrá que hacer uso de manos para subir hasta arriba. Planteamos rodearlo para atacar cumbre desde la cara norte, pero metidos en harina nos ponemos a subir peñas arriba.

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Extenuados llegamos a la parte superior del risco, poco o  nada tiene que envidiar a su vecina Peñalara, más dura y de no mucho menos altura, esta ascensión nos ha gustado bastante. En la cima confluimos unos cuantos senderistas, y se amontonan unos metros más adelante en un paso complicado. Decidimos hacer una parada, descansar y esperar a que eso despejara (había un grupo que portaba un galgo en sus brazos…). Para esto nos buscamos el abrigo de unas rocas calentadas por el sol, expuestas al sur y protegidas del viento del noroeste que nos está empezando a meter nubes. Tanto es así, que la cima se cubre de niebla que nos impide ver las vistas hacia Segovia, y en seguida hacia Madrid.

Si ya de antes la subida nos estaba recordando al principio de la Alpine Crossing del Tongariro, el final en la antesala de la cumbre es clavado a cuando estuvimos en el Red Crater del Tongariro.DSC00381 Unos pistachos y una piña deshidratada y aquello se había quedado prácticamente vacío. Tenemos que bajar el risco para atacar por fin la cima de Peñalara, que no se antoja nada difícil. De hecho lo peor era el descenso del Risco de los Claveles, pero de roca en roca, saltando, apoyando, culeando y guardando el equilibrio, y sin mirar mucho a los lados pues la caída era espectacular, vamos descendiendo.DSCN9614 Solo quedan unos metros para la cima y aprovecho para asomarme al nevero por donde quizá quisieran subir los muchachos de antes. Pero hace frío, sopla el viento, y no gastamos nada de tiempo ni en la cumbre, una foto en medio de la niebla y descendemos. Bajando recuperamos un poco la temperatura, y recuerdo lo orgulloso que estoy de poder haber subido al techo de Madrid (2.428 m), un nuevo hito conseguido.

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La bajada nos parece mucho más suave que la subida, en el sentido que lo hemos hecho. A medida que bajamos el cielo se abre, pero no perdemos de vista la cumbre que sigue tapada cual Monte Cook, jeje. Al final del primer tramo de bajada nos desviamos para seguir nuestro track grabado en el GPS. Suponemos que el autor hizo esta ruta en invierno, sobre nieve, pues cuando nos desviamos no existe ningún camino, y por un tiempo. Avanzamos por la falda norte de Peñalara, mirando al oeste, no encontramos camino hasta que cruzamos un cauce seco, justo enfrente de Peña Citores. En ese punto el camino desciende unos metros por una zona bastante seca y gira al sur para emprender, primero un suave descenso, y luego más acusado tras llegar a una zona de pinos castigados por la meteorología. Así vamos llegando al final de nuestra ruta, en el edificio del Club Alpino y la Casa del Parque, junto a la pradera de Cotos.

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Ya es tarde, casi las tres y nos esperan en casa para comer. No hay tiempo para mucho más. Queda regresar tranquilamente a la calurosa capital, es impresionante el contraste térmico. Nos acordábamos de la ruta en bici por la Pedriza del año pasado, cuando pasamos tanto frío bajando, y resulta que fue hace justo un año. Claro!

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Tras ésta cima, me quedo con ganas de subir al Pico del Lobo, y de ésta forma ascender los picos más altos de las Sierras que comprenden el Sistema Central en su parte española: Peñalara (2.428 m) en la Sierra de Guadarrama, Pico Almanzor (2.592 m) en Gredos y el Pico del Lobo (2.274 m) en la Sierra de Ayllón, que ensombrece al que yo creía más importante, Pico Ocejón (2.049m). Queda dicho…