7 de junio de 2009

Z's de la Pedriza

Hay una palabra por encima de las muchas que se me ocurren para describir la ruta que hicimos este domingo: sufrimiento.

¿Qué podemos hacer el día de antes de una ruta por la Sierra de Madrid? Pues ir a las Fiestas de Aluche, beber cerveza y disfrutar de un concierto de Los Suaves. Y al día siguiente te levantas a las ocho y media de la mañana para meter las bicis en el coche y tirar para la Pedriza. Eso es de friki-biker...

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Así que con estos antecedentes nos presentamos en Cantocochino, en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, vamos, en la Pedri de toda la vida, tantas veces pateada, pero nunca recorrida en bicicleta.

Venimos de unos días con bajada brusca de temperaturas, hoy se preveía "mejoría" del tiempo, pero comienza bastante nublado. Aún así, mucha es la gente que acude al Parque, tenemos que hacer cola para entrar, y hasta nos cuenta pillar aparcamiento.

Una vez las bicis rodando la primera sensación es crucial. Boca seca, dolor de cabeza y cansancio generalizado. Eso tiene un nombre: resaca! y muchos remedios, pero ninguno de ellos es montar en bici. Pues yo me empeño.

Desde el primer momento las indicaciones a mis compañeros de ruta (la tercera para Dani, la primera para Nando) son claras: "tenéis un ibuprofeno!!" jeje, a parte: "tirad vosotros a vuestro ritmo, que yo voy arrastrao hasta donde pueda, que cojo y me doy la vuelta y en 3 horas os veo en el coche."

[2] DCIM, 102_0607, 5 imagenes, IMGP1184 - IMGP1188 - 6681x1841 - SCUL-Smartblend copia 2

Y así empezamos, sin miramiento por un tramo asfaltado con rampas ya imposibles para mis piernas, creo que lo más duro de la ruta. Dani decía que solo era un pequeño tramo, pero creo que me engañaba, aquello no acabó hasta un par de kilómetros después. Era evidente que me quedaba descolgado cada vez que mis compañeros me esperaban. Lo mejor sería coger un ritmo, por absurdo que fuera, e ir subiendo pedalada a pedalada, y pedalada y pedalada. Tú fíjate, con un 1-2 de desarrollo la de ellas que pude dar! Tomé una decisión, y fue no hacer de eso algo más absurdo, y cada vez que bajaba de los 4'5 km/h ponía pie a tierra para ir caminando, pues así iba más deprisa.

aerea

Fue un goteo de ciclistas adelantándome y vi bajar a unos cuantos hombres de avanzada edad, que muy bien por ellos, pero no está de más un saludo en el campo.

Como su propio nombre indica, las Z's de la Pedriza pues son Z's que describe su camino en pos de ascender hasta el Collado de los Pastores. Son más acusadas por el lado que las íbamos a bajar, pero de todos modos, como podéis ver, el dibujo que forma sobre el mapa es bastante curioso.

Yo ya iba pensando en darme la vuelta y hacer cálculos, cuando llegamos al descanso que hay a mitad de subida. Mis compañeros me esperaron y pedaleamos juntos un tramo en el que incluso se baja. Ya llevábamos 7 km, darse la vuelta suponía volver a recorrer este tramo favorable en este sentido, y estaba más cerca de la cima que de la salida, así que, con dos bielas para adelante!

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 [3] DCIM, 102_0607, 2 imagenes, IMGP1191 - IMGP1192 - 4365x1719 - SCUL-Smartblend copia

Pero aún quedaban tres tramos: en el primero, más largo, empecé a notarme mejor, (no te jode, se acababa por fin!) y subí el ritmo hasta los 6 km/h. Pero el segundo se hizo interminable, in-ter-mi-na-ble, aquella recta en curva que no te deja ver que sigue y sigue. Por suerte encaré el que pensé tenía que ser el último tramo, y al fondo ví a Nando, que muerto de frío decidió bajar a animarme.

[6] DCIM, 102_0607, 5 imagenes, IMGP1198 - IMGP1202 - 9064x1833 - SCUL-Smartblend IMGP1211 [8] DCIM, 102_0607, 2 imagenes, IMGP1209 - IMGP1210 - 4288x1868 - SCUL-Smartblend copia

Una vez en la cima comprobamos en nuestras propias carnes lo que en la ascensión era un temor: el frío que hacía. No sé si serían unos 12 ºC pero sudados por completo, con el aire que hacía, cortaba la sangre. Así que me dio para comer algo y tomar aire, y a encarar la bajada.

Con los dedos empezándose a congelar llegamos al nacimiento del Manzanares, que parece mentira que sea el mismo que acaba junto a Casa Eulogio. Ni nos paramos, hay un repechito que nos ayudará a recuperar el calor. Y de nuevo para abajo.

Y cuando lo de bajar te está gustando, ¡tóma subida! no sé si pasaría el kilómetro, pero a estas alturas me toca los cojones. Seguimos sufriendo, todo sea por la gozada del descenso. Y así fue, una curva tras otra fuim os devorando las innumerables cetas del recorrido, hasta llegar por fin al comienzo de la ruta.

Sólo quedaba tomarnos la cerveza de rigor, y esperar a ver la salida de Alonso jodidos de frío...

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