11 de febrero de 2010

11 Febrero 2010: West Coast y Arthur’s Pass (Nuevo!)

Nos hemos levantado tranquilamente al lado del Mar de Tasmania. Llegamos en pocos minutos a Punakaiki y aparcamos junto al centro de visitantes del Paparoa National Park. Yo tengo que ir rápidamente a formar mi particular pancake rocks y a la que vuelvo empiezo a oír corretear algún animal entre la vegetación. Resultan ser una par de Wekas que estaban haciendo pillerías, jugando al pilla pilla, cruzando la carretera. Qué curiosas son estas aves no voladoras, imagino que emparentadas con los kiwis. Son como las gallinas de Nueva Zelanda, en cuanto al movimiento que tienen.

Nos acercamos a ver las Pancakes Rocks y los Blowholes. Las Pankake Rocks son un depósito de calizas del Dolomite Point que se encuentra en esta zona, que han sido erosionadas hasta quedar una forma de gruesos crepes amontonados unos y otros. Hasta los árboles de esta zona parecen que siguen esta deposición. Lo que no hemos podido apreciar son los respiraderos tan famosos como las Pancakes. No sabemos muy bien porqué, por que consultando en el centro, la marea estaba alta. Debía ser que el mar no estaba muy violento hoy.

Tras visitar estas curiosas formaciones proseguimos ruta por la SH6 sin separarnos de la costa hasta Kumara Junction, donde tomamos la carretera alpina SH73 para llegar a Arthur’s Pass. Partimos del nivel del mar, y llegaremos al paso de Arthur que se encuentra a casi 1.000 m sobre el nivel del mar, y es el antiguo paso que primero los maorís, y luego los colonos, utilizaron para comunicar la costa este con la oeste.

Nos esperábamos una carretera mucho peor, con lo que ya nos habíamos encontrado, pero tampoco era para tanto, salvo los último kilómetros, una vez que te metes por el desfiladero del río Otira. En ésta ocasión le tocó al primo subir la caravana hasta allí. De camino paramos en un mirador donde pudimos entretenernos con los primeros Keas que veíamos (aun que aún no sabría diferenciarlos de los Kaka). Ya en la población de Arthur’s Pass nos detenemos junto a la estación del Tren Transalpino, y de nuevo visitamos el Centro del DOC, con una interesante muestra de la evolución de la carretera, y cómo se tuvo que construir el viaducto por el que hoy pasamos.

Nos informamos de las rutas que hay, y decidimos hacer la Devils Punchbowl Waterfall (“cascada del ponche del diablo”) de una hora ida y vuelta. Es una lástima porque hay caminatas con muy buena pinta, pero para ello hay que venir con más tiempo.

La ruta sale del norte de la población y cruza por un puente el río Otira y después el arroyo Devils Punchbowl, y asciende rápidamente hasta la base de la cascada a través de una escalinata (cómo no) de madera construida para la ocasión. La imponente cascada brinda unas buenas fotografías, tanto arriba en su base, como abajo con ella de telón de fondo, subidos al puente sobre el arroyo epónimo.

Volviendo a la población seguimos escuchando a multitud de Keas, y vamos hasta la capilla, desde donde se puede acceder a otra cascada, la del Avalanche Creek, esta más pequeña. Bajando encontramos a un grupo de niños y niñas jugando entre las casas, y nos sorprende que en vez de a fútbol jueguen a rugby (como debe ser).

En esta ocasión me toca a mi coger el volante de la caravana para descender la carretera del Arthur’s Pass después de haber comido algo. Y me encuentro con un camión que tiene que ir a unos 10 km/h para no embalarse. El freno motor hace un ruido infernal, al igual que el nuestro, que de no ser por él, dejaría a la caravana ingobernable en tales pendientes. Aunque el camión se aparta en la primera ocasión para dejar pasar a la numerosa cola que se ha formado tras él, nosotros nos desviamos al mirador del viaducto para que se desvanezca la aglomeración de coches. Desde aquí podemos comprobar el antiguo trazado de la carretera y cómo era anualmente arrasada por avalanchas de piedras y nieve, hasta que se construyó el viaducto que estamos observando. Este tramo de carretera es toda una obra de ingeniería de puentes, túneles y viaductos que hemos podido apreciar en el centro de visitantes.

Pero la tenemos que dejar atrás porque nuestro camino retorna a la costa oeste para llegar a Hokitika. Antes de llegar a ella nos habían comentado la posibilidad de ver una gruta de luciérnagas. Después de haber tenido que descartar ir a Waitomo en la Isla Norte, era la consolación que teníamos para ver a estos extraños insectos. Pero nos íbamos a quedar con las ganas, porque lo único que encontramos es un paredón con vegetación, y aún demasiada luz como para poder ver ninguna luz. De hecho en un principio pensábamos que era otra cosa, y nos fuimos a buscar las luciérnagas hasta la casa de un paisano. Pero no, se trataba de eso.

Dejamos atrás Hokitika, el pueblo del antiguo oeste, para adentrarnos en las estribaciones de los Alpes Meridionales. El tramo de carretera que afronto ahora es una auténtica delicia de recorrer, y pido al primo que saque un vídeo para el recuerdo. Es la típica carretera que sale en los juegos de coches, tanto antiguos (Out Run) como modernos (Need For Speed), con curvas amplias entrelazadas, con helechos arbóreos, palmeras y diversidad de árboles y plantas a ambos lados, con una anchura de unos 20 metros. Realmente se me ha quedado clavada esta imagen, es una grata sensación conducir aquí.

Y así iremos llegando hasta Franz Josef, donde mañana veremos su glaciar. Hoy dormimos en el camping del Top 10 Holiday Park. Hemos llegado a las 20.30 pensando que estaría cerrado, pero ellos abren hasta las 21 h. Nos ha atendido una señora que hablaba un perfecto inglés. ¡La hemos entendido todo! Y las instalaciones del camping son fenomenales (por eso es la mejor cadena de campings del país). Hoy tenemos internet pagando a través de un Hot Spot y una sesión de ducha muy reconfortante (no me quería salir del chorro del agua caliente nunca). En la zona de ordenadores hemos coincidido con unos suizos que hablaban castellano y hemos estado comentando la jugada, conociendo a los próximo rivales del mundial, como ellos han señalado.

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