14 de marzo de 2010

La vida en autocaravana

Durante nuestro recorrido a NZ hemos utilizado una caravana Mitsubishi Fuso Canter de la compañía United Campervans. Esta compañía suministra autocaravanas a su filial Alpha cuando su flota cumple los 3 años. Nuestra caravana, de 4 plazas, estaba a punto de cumplir los 3 años, así que nos tocó una de las más viejas.

Tuvimos suerte en Auckland de que nos pudiera atender un chico mejicano que nos explicó pormenorizadamente el funcionamiento del vehículo.

Al ser uno menos pudimos dormir a lo ancho de la caravana, a Dani le tocó dormir en el habitáculo que se encuentra sobre los asientos de adelante, el primo durmió en el sillón de atrás del todo, y yo en unos sillones individuales que se unían gracias a la mesa. He de decir que dormí todos los días fantásticamente, ayudado de la paliza que nos metíamos todos los días. Algún día hizo frío, mucho frío, y el que lo sufría más era Dani que estaba más expuesto a la chapa exterior del vehículo. Pero teníamos unos edredones que daban bastante abrigo, así que ningún día tuve que utilizar la manta.

Tenía una cocina que funcionaba a gas, al igual que el calentador. La bombona había que abrirla cuando parábamos y acordarnos de cerrarla siempre que nos íbamos (todos los días menos uno). Disponía de un horno que no sabíamos que tenía, una pequeña bandeja en la que fuimos capaces de meter dos pizzas una encima de la otra. Lo malo es que era grill y solo calentaba la parte de arriba y más una mitad que la otra, por lo que tenías que ir moviendo las pizzas de arriba abajo y en círculo. Al final acabamos siendo unos expertos pizzeros, porque descubrimos que tras el golpe de grill lo mejor era subirla donde los fogones que disponían de un respiradero para el grill por donde salía el calor que tostaba la parte de debajo de las pizzas. Mamma mía!

El baño no lo llegamos a utilizar nunca, NZ es un país tan cuidado que está plagado de WC por todo el territorio. Todos los pueblos tienen uno público, muy bien cuidado y limpio, y todas las zonas algo turísticas también disponen de uno. Esto nos quedó claro desde el primer día, junto al lago Okareka, que tenía dos baños limpísimos que nos encargamos de estrenar. Sobra decir que carecen de cisterna, pues poseen un pozo o fosa séptica que luego me imagino, se encargarán de recoger y limpiar.

Lo único que utilizamos fue la ducha un par de días. No está mal, si quisieras podrías ducharte mientras cagas y limpias los platos, porque todo acaba en el mismo sitio. El lavabo se pliega y el resto de agua que no se ha ido por el desagüe, cae al “plato” de ducha. El agua se calienta por una resistencia, aunque algún día le costó calentar el agua..

Tanto el agua de ducha como el de fregar los platos acaba en un depósito de aguas grises. Lástima de que no tenga un nivel para saber cuándo está prácticamente lleno. La primera vez nos dimos cuenta cuando estábamos fregando y el agua sucia y maloliente empezó a rezumar por la ducha. Era una forma de saberlo, pero la toalla hubiera preferido saberlo antes.

Este depósito lo podía vaciar en una Dump Station. Los camping las tienen, y algunos pueblos también. Un día tuvimos que parar en una que estaba en un lugar de alquiles de coches, y el tio nos dijo que funcionaba con una “golden coin”. Tuvimos que cambiar un billete y cuando nos acercamos a la Dump Station lo que tiene es una especia de hucha para que des un donativo. Qué tio!

Cuando vacías las aguas grises aprovechas para rellenar el depósito de agua. No sabemos cuánto tendrá de capacidad, pero se tiraba un rato recargándose con la manguera. Cuando veíamos que tardaba más sabíamos que habíamos estado cerca del límite de rebosar las aguas grises.

En los campings todo esto se hacía sin problema, previo pago por la place, claro. Te conectabas a la corriente y podías disponer de corriente en los enchufes, y del microondas, mientras cargabas la batería de la “casa”. Luego nos dimos cuenta que esta batería se carga también al circular con la caravana, pero el mexicano nos dijo que no, y cuando consultamos internet tampoco parecía que esto ocurriera, hecho que te obligaba a parar en un camping cada 3 días (aunque nuestra higiene lo agradecía).

Como los enchufes no funcionan si no estás conectado a red, y eso ya lo sabíamos de antemano, nos compramos un transformador de 12 V (los de la batería de la caravana) a 220 V (los de los aparatos electrónicos que utilizábamos) que se conectaba a la toma del mechero. La verdad que nos vino muy bien, funcionaba a 100 W y tenía un ventiladorcito para refrigerar, y también podía recargar mediante USB. Una buena compra, y barata a través de dealextreme.com

Evidentemente todo en la caravana tenía que poderse cerrar para poder circular con seguridad. Y esto se hacía gracias a unos pulsadores que servían de tirador en los armarios y cajones. Debías cerciorarte de que estaban cerrados antes de emprender la marcha porque te podías llevar una ingrata sorpresa. Y así nos ocurrió un par de veces, sin mayor problema de no ser por el cajón de la vajilla. Éste era un cajón grande, vertical, con carriles extensible donde se guardaba la vajilla ordenadamente. Un día se abrió en marcha y los carriles debieron sufrir. Ya no estaban para muchos trotes porque el cajón andaba siempre descolgado, pero ese día acabaron por salirse de madre todos los pequeños tornillos que tenía, y nos tocó arreglarlo para poder seguir adelante.

Ya el mexicano nos explicó que no utilizásemos para arrancar la 1ª marcha, que era muy potente. Así que teníamos para utilizar las 2ª, 3ª, 4ª y 5ª. Descubrimos que no era ese el único problema del motor nipón. En las subidas no muy pronunciadas la 4ª ahogaba el motor en 1.300 rpm, cuando cambiabas a 3ª tenía fuerza suficiente y subías hasta 4.500 rpm entrando en la zona roja, cambiabas a 4ª y te volvías a quedar sin fuerza. Así que la solución era ir en 3ª sin pisarle, despacito para no llegar a la zona roja de las revoluciones. Un coñazo.

El invento que hemos descubierto ha sido la ayuda al freno motor. Una palanquita a la izquierda del volante que activa y desactiva este freno que aumenta el efecto del freno motor. Tanto era así que en llano no era necesario usar el pedal del freno. Y menos mal, porque bajando, si lo pisabas era como si nada, aquello apenas reducía la marcha, y en pendientes acusadas llegaba a acojonar. Un invento que hacía rugir el motor y la salida de aire.

Y qué decir tiene del hecho de conducir por el lado contrario al que estás acostumbrado. Te situabas a la derecha del vehículo, tenías que cambiar con la izquierda que la palanca encima estaba dura de cojones. Las luces estaban a la izquierda y los intermitentes a la derecha.

La labor del copiloto los primeros días era fundamental. Era el que te recordaba que en los giros a la derecha te tenías que abrir, y en los de izquierdas te tenías que cerrar. Y el que estaba sentado más a la izquierda te iba controlando el arcén, porque los primeros días tendías a salirte de la carretera. Pero todo eso duró unos 3 días, luego eras dueño y señor de la caravana.

3 comentarios:

  1. Qué bueno lo del freno a motor!

    Excelso el detalle del viaje. Ahora con las fotos a dejar hecho un libreto con todo detalle.

    Figura!

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  2. Acabo de descubrir tu blog, y he visto que nos tienes en los blogs que sigo...que chulo, yo la verdad, he de confesar que entré en este mundillo del blog, gracias Efrén que creo el del viaje, ahora estoy intentanto crear uno propio y así poner cosillas de distintos viajes y aventura, el problema es encontrar el tiempo para actualziarlo...En fin muchos saludos y a ver si puedo ir leyendo tu blog,un saludo de una mosquetera

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  3. Míguel, te he encontrado buscando info de NZ, me voy a empapar de tu sabidurida compi. Un besoo

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