8 de julio de 2009

Monte de Urueña

Si en la entrada de los Cortados de Rivas, os hablaba de que había vuelto a donde empecé mis rutas por caminos, este domingo pasado volví a mi cuna ciclista, donde aprendí a montar en bici, donde me caí por primera vez y donde empecé en el mundillo de la bici de montaña.

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Aprovechando unos días por el pueblo pensé en hacer una rutuilla chula, ahora que estaba más animado con las dos ruedas. Pero era muy lioso llevar mi bici para allá, así que había que recurrir a las que allí había. Y como esto del paseo en bici está empezando a ser un vicio, pues tan solo quedaba la antigua (pero actual) bici de mi primo, una McKinley prima hermana de la que tuve por Rivas.

No estaba en demasiado mal estado, le di una limpieza, la desengrasé, la lubriqué y repasé los elementos, y el mayor inconveniente fue hinchar las ruedas, pues no teníamos ninguna bomba de aire que funcionara para esas cámaras.
Y es que antes (y aún ahora) la gente salía en bici sin nada, sin herramientas, sin recambios, sin ropa de bici, sin casco… y se lo pasaba genial. Pero ahora salir sin bomba da un mal rollo… con todos los caminos llenos de abrojos…

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Total, que con una bici que pesa mucho más de la que tengo ahora, sin suspensión delantera (sin suspensión vaya), sin frenos de disco, sin pedales automáticos, sin bomba, pero con pata de cabra, salí a explorar los caminos que nunca recorrí. Parece mentira…

Y me dirigí hacia Urueña, por rectos caminos interminables, llenos de piedras, totalmente expuestos a un tímido viento aún. Bordeé el cerro que corona la muralla, dejando a la izquierda los varios caminos que ascienden su ladera. Por ellos habían subido un grupo de ciclistas que distinguí por el brillo de sus monturas. Hoy no era el día de subirse ese cerro. Tiré por un par de caminos hasta que subí al monte que hay al este.

Subir costó lo suyo, con la mía no hubiera sido problema, pero no estaba. En este, cual Hidalgo, vi a lo lejos unos gigantes que movían sus brazos, y ante la falta de destino claro en la ruta, pues me dije "hasta los molinos y volver". Imagen335

Pues no estaban a tomar por culo los molinos ni nada! Empiezas a pasar cruces, tomar caminos, y que no llegas, y que cada vez estás más lejos, que el viento da de culo y se anda bien... En esto que enfilo una bajada y me presento en las naves de La Santa Espina. Me quedé asombrado porque los molinos ya ni se veían, y había llegado a un sitio conocido, pero de siempre tenido por lejano, así en un plis plas.

Era momento de dar la vuelta y regresar, pero habíamos venido a la aventura. Tras ascender por la carretera por no encontrar otro modo me empecé a meter por las sendas que penetran en el monte de jara y encina. Recuerdo cuando de pequeño me avisaban que si entrabas te perderías en la espesura o te comería un jabalí. El caso es que son caminos que utilizan los cazadores, con muy buena pinta para hacer una nocturna, veremos.

Me motivaban estos caminos así que insistí hasta encontrar la forma de ir regresando por ellos. Y por caminos que nunca había visto acabé saliendo al campo castellano, cereal puro. A tumba abierta  con confianza en la montura descendí la cuesta de la carretera que va de Urueña al molino, pero me acabé desviando antes de llegar para acceder hasta la finca que alguien se ha montado en la Casa de la Úrsula. Increíble la elegancia del lugar, el trabajo que tiene haber transformado el lugar de hacer botellones del pueblo en toda una casona rural, con palomar restaurado con tecnología de última generación. Estuve a punto de simular un pinchazo para entrar y que me contara cómo había llegado a eso.

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Pero emprendí camino de regreso a casa, con un viento que ya soplaba con fuerza y me hacía esmerarme en las interminables rectas.

aerea

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1 comentario:

  1. Pues no quedo mala ruta. Habrá un día que meter las bicis y tirarse por el secarral. Decías una nocturna y con nieve?????

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