25 de julio de 2010

Mar o montaña: Asturias! (Descenso del Sella)

Este año por diversas vicisitudes las vacaciones con los amigos se han reducido a un fin de semana alargado. Teníamos pendiente hacer el descenso del río Sella en Asturias, y con ese fin preparamos un finde asturiano en toda regla. Yo he aprovechado este viaje y me he quedado unos días más por el norte, descubriendo algún paisaje que me quedaba por ver de esta hermosa tierra.

Empezaba mal el asunto, pues el día de partida, después de un viaje de vuelta de Puertollano empezaba a las 15 h en Alcobendas y no finalizaba hasta pasadas las 23 h que llegué a Ribadesella. 8 eternas horas, el doble de lo normal, para llegar al norte del país. Me era imposible llegar a Burgos por la N-I, y tras más de 4 horas decidí desviarme por carreteras locales para cruzar la provincia de Burgos y llegar hasta la de Palencia. Aquí empecé a disfrutar del viaje como debería ser.

Nos alojamos en la Casa Rural la Cuevona, en Cuevas del Agua, un pequeño pueblo al que se accede por carretera únicamente a través de la Cuevona, una cueva natural excavada por un pequeño arroyo. Espectacular la cueva como toda la carretera de acceso desde Ribadesella, curva tras curva, cuesta tras cuesta.

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El día del Descenso nos levantamos no muy tarde, a eso de las 11.30 habíamos quedado en Arriondas para la salida con la Escuela Asturiana de Piragüismo y su ridícula ranita. También se presentaron Yoryo, el primo de Nando, y su amigo Antonio. 9 palistas más a los cientos que poblaban las aguas del Sella.

DSCF2453 DSCF2458 Ligeras clases de cómo manejar aquello, y una hora límite para acabar el recorrido: las 18 h. Primeras preocupaciones: tenemos solo 6 horas para hacer el recorrido. Nos emparejamos en las canoas, me junto al primo, ahí, más de 200 kilos flotando sobre un cacho plástico. Nos tiramos por el tobogán de salida y nos empapamos de agua como en las atracciones de los Parques Temáticos. En seguida nos ponemos a palear para evitar el primer mogollón de gente. Cuando nos queremos dar cuenta navegamos bastante bien, pero sin nuestros amigos. Los primeros metros son un poco agobiantes pero no en exceso, alguna pequeña complicación en el cauce, los primeros choques con otras embarcaciones, pero en general se nos está dando bastante bien. El primo maneja atrás, y yo le voy indicando hacia qué lado remar.

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Se suceden las paradas para agruparnos, mientras aprovecho para sacar fotos con la cámara acuática de mi hermano. Pasa bastante tiempo hasta que llegamos al primer chiringuito, se nos va a hacer largo el recorrido. Se han agotado las sidras así que tenemos que recurrir al litro de kalimocho, qué placer!

Si el comienzo no había sido muy caótico, el tema de los chiringuitos sí lo es, con muchísima gente apilada en la orilla y muchas canoas sin dueño flotando y deambulando por el agua. En cuanto hemos descansado y nos hemos refrescado continuamos nuestro palear.

El siguiente descanso le hacemos fuera de ningún chiringuito, en una playita de la orilla izquierda del río. Alguno se anima a darse un chapuzón, apetece mucho, el agua está genial de temperatura, el día es cálido aunque no demasiado, pero en ese punto el agua está un poco sucia de restos orgánicos.

DSCF2481 Se nota un montón el cansancio cuando vuelves a sentarte en el plástico azul y coges los remos. Empiezan a disminuir las fuerzas y nos empezamos a descompasar, pero seguimos pasándolo bien mientras nos adelantamos, nos golpeamos entre nosotros o con otros palistas. Curiosamente, por más que pararas, te acababas golpeando con casi siempre los mismos, ¡cómo puede ser!

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Llega la hora de comerse un escaso bocata de york-queso, y es que uno tenía en la cabeza un pan preñao para recuperar fuerzas. Pero nada, tendremos que suplirlo con unas cuantas sidras, que ahora sí, caen alegremente mientras nos arrea un inaplacable Lorenzo.

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La segunda parte del recorrido la hacemos con la incógnita de si seremos capaces de llegar antes de las 6 de la tarde, hora en la que empiezan a aparecer los pescadores y tienes que estar fuera del río. En estos momentos el río se vuelve de aguas tranquilas, lentas, y rectas interminables que hay que tomarse con paciencia y descanso, mientras las embarcaciones que vienen por detrás te empujan para seguir, jejeje.

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Tras una curva empieza a soplar el viento de cara que lo hace aún todo más duro. Quedan un par de zonas “comprometidas” que salvamos con elegancia empujando a nuestros compañeros fuera de la trazada de la curva. Los kilómetros finales se hacen más amenos gracias al pique con la canoa de Yoryo y Antonio, que en algunos momentos no son capaces de conducirla en línea recta. Nos perseguimos, nos cerramos, gritamos, sudamos, qué paliza! y sin darnos apenas cuenta llegamos a la recta final bajo el puente de San Román.

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El final se hizo llevadero, pero vamos que es una paliza de 16 kilómetros en canoa que te deja los brazos tiritando. Eso sí, nos hizo un día espectacular de sol y temperatura agradable, de esos que encargarías para los grandes momentos. Felicitaciones para los chavales y mi asombro hacia Patri que se hizo todo el recorrido con los problemas de espalda que arrastra.

Y qué mejor manera de acabar el día que en las fiestas de Cuevas del Agua, con cubatas cargados a 3 €, “orquesta”, “escenario”, “público”… cómo se complicó la noche! nos acabamos haciendo con el pueblo, cantando, bailando, botando, animando la fiesta de un pueblo de unas pocas decenas de habitantes. Para la paliza que llevábamos aguantar hasta pasadas las 4 de la mañana resistiendo a los cubatas fue toda una gesta.

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1 comentario:

  1. Me gusta!
    Y lo único que añadiré es que la sensación del chaleco salvavidas es alucinante, jejeje.

    Tendremos que repetir.

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