13 de febrero de 2009

Empalmao con las setas

El domingo pasado, mientras disfrutaba de un nevado fin de semana zamorano con la familia, decidimos pasarnos por el Restaurante El Empalme, en Riofrío del Puente.DSCN8244

Este restaurante lo veremos al pasar por la antigua carretera nacional que une Benavente con Vigo, que ha quedado despoblada junto a la Autovía de las Rías Baixas. El aspecto desde fuera es el de una típica venta junto a una carretera, o el de un taller de reparación de automóviles. Pero esconde un gran tesoro en su interior.

De la mano de Elías Martín y Gloria Lucia, se ha ganado el reconocimiento del mundo de la alta gastronomía y el de la micología. Se alimenta de las más variopintas setas de la Comarca de la Carballeda y de Sanabria, con las que linda. Y nada malo podía salir de esa tierra.

Sus propietarios y cocineros, a parte de premiados en congresos de micología y gastronomía, son coautores de un libro "Restaurante el Empalme, las setas y sus recetas", prologado nada menos que por Juan Mari Arzak.

Referencias buenas existían, si bien, se había escuchado alguna mala opinión comparable con su aspecto exterior, pero centrada en el trato recibido por el servicio.

Sin ningún prejuicio entramos dentro y enseguida comprobamos que el interior estaba más cuidado que el exterior. No dejaba de ser el típico local zamorano, con sus paredes de colores, habitaciones con vericuetos, y el mostrador de ladrillo pintado, pero con algún que otro adorno en madera que le daba un aspecto cálido.

Nos sentamos a la mesa, y enseguida fuimos atendidos por una joven que tubo un trato excelente con mi sobrina Águeda (de la que en todo momento estuvieron pendientes y muy detallistas). Tardamos un rato en ser atendidos por la cocinera-camarera Gloria, pero queríamos entender que tenían bastantes mesas y estábamos en hora punta (lo bueno se hace esperar). Ya estábamos advertidos, en la carta no aparece ningún plato de setas, sí platos elaborados y muy ricos, pero veníamos a lo que veníamos y mi hermano y yo nos tiramos a por el Menú degustación. En un principio éste incluía 3 primeros, un segundo a elegir entre un par de pescados y un par de carnes, postre y cubierto.

Y en esto que empiezan a venir los platos....

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En la imagen falta una ensalada tibia con pasas y pistachos que me encantó. En total: 5 primeros, un plato de pescado, un plato doble de solomillo de ternera y ciervo, y un postre de tres helados y tarta. Efectivamente, de nuevo el que suscribe fue incapaz de devorar toda la comida, culpa del pan.

Opiniones de los platos: variopintas.

La impresión con la que nos quedamos es que estuvimos comiendo, salvo en alguna ocasión, el mismo tipo de setas. Mi lamentable desconocimiento micológico me hacía pensar que eran las típicas de los botes que se venden en invierno, y es que, amigos, estábamos en febrero. Quizá encontré que los platos tenían la misma textura, y es ineludible, que salvo el postre, estaban faltos de color. Se basaron en unas patatas con setas, setas con cardo a la mostaza, setas orientales (con salsa de soja, creo), la ensalada (de setas, of course), revuelto de setas y bacalao con setas. Las carnes, solomillo de ternera y ciervo en su punto, las sirvieron con salsa de frutos rojos y queso, y de menta e higo (eso creemos, lo que sé es que no me gustó mucho, era muy amarga y sabía a ginebra, como el ciervo), respectivamente. Los helados (lo único que nos explicaron), eran de té verde, de mango con membrillo, y de vino (tenía un sabor espectacular a concentrado de setas, exquisito), y un pastel de zanahoria. A parte a la nena la obsequiaron con unas galletas de setas, cómo no.

Al servicio: le pongo un notable porque se portaron fantásticamente con la pequeña. No nos tuvieron desatendidos, pero no nos comentaron nada sobre el fundamento de cada plato. Mi cuñada preguntó una vez y se trataba de lo mismo que ella estaba comiendo de la carta, y mi hermano, tras un "¿pero esto que es?" que sonó mal, todo hay que decirlo, se quedó con la respuesta "buen provecho". Otro detalle es el comentado: Te preparan para 3 primeros y ves que nunca paran de sacar platos, es como si los fueran sirviendo sobre la marcha, ese cardo a la mostaza que estaba comiendo mi cuñada luego nos lo pusieron a nosotros, el bacalao entraba como segundo que no elegimos, en otras mesas se veían otros platos...

Al fin y al cabo se aprecia un ambiente familiar que reconforta la estancia, una vez, eso sí, la jauría de pijos ha abandonado el restaurante. Se aprecia el trato "duro" de los camareros, cocineros y dueños del restaurante, pero al fin y al cabo todos los genios esconden su genio dentro.

Esperamos darle otra oportunidad para que nos acabe de "encantar" en su bosque perdido de setas. La próxima temporada otoñal seguro nos deparará buena materia que ha de mejorar ostensiblemente la oferta del restauran.

PD: Ah! gracias por la invitación y por el fin de semana pasado... Se os quiere!

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