23 de enero de 2011

La Cabrera

Un día más le ganamos la partida a la pereza y a la desidia, y haciéndonos fuertes unos con otros, hicimos frente a las bajas temperaturas que congelaban el tiempo de un domingo que nos incitaba con un cielo despejado bañado de rayos de sol.

Tuvimos que hacer frente a la gran dicotomía que últimamente nos persigue, o en la que nos adentramos. Para disfrutar de un domingo de invierno hay que sacrificar la noche del sábado. Y aún que nos dejamos acariciar por los aromas del lúpulo y la cebada en la Casa de las Tortillas, hicimos caso a las indicaciones de las etiquetas de las bebidas alcohólicas y, no como otros, bebimos con moderación y nos retiramos relativamente temprano.

Había ganas de salir, y con eso basta para encarar una mañana que nos desperezaba con –3 ºC. El plan de ruta lo habíamos fijado Dani y yo previamente el viernes (un paso importante para dar base a nuestra fuerza de voluntad) y se trataba de algo asequible que me quitaba una espinita del pasado: una ruta por la Cabrera ascendiendo al Pico de la Miel.

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Así que a las 10 estábamos en la gasolinera del paraje la Asperilla, entre el Pico y la A-1, Dani, Patri, Susi, Nando y el que suscribe, ataviados de ropas hasta cubrir la cabeza, aunque afortunadamente, al final algo de ropa sobró, ya que, como os digo, el sol nos acompañó durante toda la ruta.

Yo seguía sometido a prueba de mi GPS, o viceversa, en el que estaba probando una nueva base cartográfica con la que trabajar, una ortofoto, con mapa raster y vectorial para completar la información. Si a alguien le interesa, me basé en los screencast que tan amablemente se curra el compañero Santacruzblur en su blog.

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Para el track partimos de un par de rutas que había subido el usuario de wikiloc Asturcón (con el tiempo y las salidas compruebo que es una referencia, y que por sus huellas caminan mis pies), con las que Dani creó su propio track con anotaciones roadbook en CompeGPS y que posteriormente edité.

La ruta comienza en una pista ancha saliendo de la gasolinera que asciende y luego baja junto a unas casas y paralelo a la A-1. Empezamos a percibir lo que va a ser la tónica en la parte baja de la ruta, caminos que hasta hace poco estuvieron embarrados, con profundos surcos y roderas de coche, pero congelados por el frío de las pasadas noches. Las roderas fueron dando paso a las placas de hielo, que cada vez se hacían más grandes, y así llegamos al desvío a mano izquierda por el que comenzamos a subir hacia la cuerda de La Cabrera.

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Seleccionamos una ruta de subida entretenida, huyendo de la pista ancha y caminando dentro del pinar que da algo de cobijo al viento y el hielo. Y entre conversaciones sobre las curiosas formaciones de hielo y suelo congelado fuimos devorando rampas. Así llegamos al último desvío antes de llegar a la cuerda, donde decidimos reponer fuerzas sobre un roca cual lagartos al sol.

Cuando el fresquete ya se hacía notar retomamos el paso, y llegamos junto a las cumbres de la Sierra de La Cabrero, en torno a los 1.400 m. Pateamos la cuerda por un estrecho sendero hasta el Cancho de los Brezos y desde allí observamos el extenso embalse de El Atazar.

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El track ahora nos conducía detrás de un farallón de roca, cruzando a la cara norte de La Cabrera, en pronunciados escalones sobre una imponente vista del pueblo y la autovía. Con dudas sobre si es el camino correcto, algunos se dan la vuelta mientras otro rodeamos el farallón volviendo a la cara sur, justo al oeste del Pico de la Miel.

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Por las horas y las ganas, desistimos de andar escalando piedras para subir a la cima, así que nos disponemos ya a bajar directamente hasta la base del Pico. Lo haremos de forma brusca por un estrecho sendero entre rocas y en su inicio cubierto de un impresionante y peligroso río de hielo, para después adentrarnos entre jaras de metro y medio que nos conducirán directamente al tramo de inicio de la ruta.

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Pocos minutos después de las 14 h estamos de vuelta en los coches, después de haber disfrutado de la mañana de un frío domingo de enero.   La Cabrera-Pico de la Miel 23-01-2011, Elevación - Distancia

Las fotos de Dani:

9 de enero de 2011

Ruta con raquetas: Cº Schmid – Siete Picos

Los Reyes de este año vinieron por el hielo con raquetas de nieve, y como ya no las querían me las dejaban para mí. Era un caprichín que nos había venido este último año después de un par de salidas sufriendo por la nieve. Así pues era hora de estrenarlas, y como dudábamos de la cantidad de nieve que pudiera haber por la Sierra, fuimos a los seguro, al Puerto de Navacerrada a probar por una ruta sencillita: el Camino Schmid.

El día amaneció con nubes bajas y nieblas por Madrid. Subía con Patri y Nacho, y al pasar Alpedrete se despejó el cielo quedando un día soleado que prometía. Quedamos en el aparcamiento con Dani, y minutos antes de las 10 comenzamos a andar. Había algo de gente, no mucha pues tan sólo había un par de pistas de esquí abiertas, y creo que no era las que nos afectaban.

Por el camino que conecta con los remontes del Telégrafo compruebo la capa de nieve , pero la pista está despejada. En cuanto cogemos el desvío al Camino Schmid todo se cubre de nieve, quizá tenga suerte y pruebe las raquetas durante un buen rato. Pero de momento no, no hay mucha profundidad y se camina bien. El camino tiene momentos estrechos entre piedras colocadas para obstaculizar el paso a ciclistas. A la derecha vemos los Pinares de Valsaín con el embalse al fondo, el día aún esta despejado, pero comienzan a entrar nubes. Llegamos a la Pradera de Navalusilla, y se sigue caminando muy bien, cada vez hay menos nieve, el camino está muy bien señalizado con puntos amarillos pintados en los árboles y está asentado. Tomamos el desvío en fuerte pendiente hacia el Collado de Ventoso, y primer paso concluido.

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Reponemos energías con las empanadillas que trae Nacho y no resisto la tentación de probarme las raquetas en unos pasos. Vamos a seguir subiendo hasta Siete Picos, a ver si encontramos más nieve allí arriba. Lo que significa ascender hasta el primer pico en una pendiente media del 23 %, ahí y lleno de nieve. Así que esa ascensión es las más jodida del día, con momentos de nieve por la rodilla, resbalando en el último impulso y hundiéndote en cada golpe de riñón.

Pero así llegamos hasta las cumbres, que no se pueden ver porque están cubiertas de niebla. Ahora sí me pongo las raquetas y ruteo con ellas. La verdad que se agradece después del sufrimiento de hundirse en la nieve. Pero en los tramos en contrapendiente, como el terreno está inclinado el tobillo sufre, pero cual todoterreno sigo avanzando. Llega un momento en que hay que quitárselas porque hay piedras y se las presto a Dani para que las pruebe a ver si se anima a comprarse él unas.

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Avanzamos por la cara norte de los picos, evitando los tramos con más roca. Intentamos seguir las huellas en la nieve de gente que suponemos viene del Puerto. En algún momento nos tenemos que desviar, bajando un  poco más, lo que nos obliga a volver a subir en perpendicular a las curvas de nivel (máxima pendiente) para coronar el último (o primer) de los Siete Picos. Desde aquí se emprende la bajada en pequeños zig-zag y con rocas así que de momento no me vuelvo a calzar las raquetas hasta que más abajo el camino se vuelve más ancho. De nuevo paso problemas para avanzar así que me las tengo que quitar (esto empieza a ser un poco rollo).

Cuando alcanzamos el último tramo de bajada por la PR-8 nos cruzamos con una pareja que también andan con raquetas de nieve, intercambiamos opiniones y me vuelvo a calzar las raquetas, que ya no me quitaré hasta el final. La niebla dio paso a la nieve hace un rato, pero ahora está empezando a arreciar y se acumula en nuestros abrigos y tapa las huellas. Aprovechamos para grabar alguna tontería, mientras llegamos de nuevo a los telesillas. Se nos ha hecho tarde como siempre, no llegamos para comer con nuestras familias, a Patri le ha empezado a doler la pierna, pero estamos orgullosos de haber completado una mítica ruta: Camino Schmid y Siete Picos, aunque de estos últimos no nos hemos enterado mucho por la niebla. Una última bajada por el remonte viendo cómo los chavales se tiran con un donut por un tobogán (nueva atracción) y hemos finalizado nuestra ruta de casi 10 km en unas 5 horas. Mu rico. siete picos

A las raquetas les doy de momento un 6,5 de puntuación. Faltaba un poco de nieve para sacarles verdadero provecho, cuando las he utilizado podría haber seguido caminando a pata sin demasiados problemas. Cuando verdaderamente me hubieran hecho falta no me las podía poner por la pendiente o las piedras. Hay que esperar a que nieve un poco más para meternos por caminos menos empinados. Quizá hoy las hubieran ganado unos crampones, pero igualmente te hubieras hundido en la nieve. Se camina bien con ellas, a penas te tropiezas un pie con otro. Se ponen bastante bien y rápido con el apriete rápido. No he probado las calas, pero en pendiente suave no iba mal, así que con calas se debe ir bien. Hemos probado en algún momento a ir con ellas bloqueadas (el juego de bisagra) y apalanca demasiado la bota, sufriendo aún más el talón de Aquiles, lo que más se me ha cargado. Lo peor son las contrapendientes y hundirte lateralmente pues puede sufrir mucho el tobillo. Sabiendo lo que llevas en los pies no debes tener problemas de tropiezos, si se te olvida y miras para atrás e intentas darte la vuelta te puedes desequilibrar y hacerte daño en tobillo o rodilla. Yo no he tenido muchos problemas, pero Dani el rato que las ha usado se ha quedado enganchado en un giro y ha tenido que tirarse al suelo para no hacerse daño.

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Y éste es el primer análisis de las raquetas. Esperemos que haya muchas más pruebas.

Las fotos de Dani:

 

Nota: si queréis completar la lectura con una bonita descripción de la ruta hecha por un compañero de blog’s días antes, os recomiendo pinchar en este enlace.

2 de enero de 2011

Primera ruta del año

Tocaba el turno de estrenar el GPS con la bici. He elegido una ruta cercana y sencilla puesto que hace mucho que no cogía la bici. Sí es verdad que se me ha ido de las manos la distancia, pero tenía que probar subir la Marañosa.

La descripción de la ruta no tiene mucha chicha, la hemos hecho innumerables veces. No he madrugado demasiado,  y he acabado saliendo a las 12 cuando aún no había levantado la niebla de la mañana. Sin apenas ver más allá de 100 m he descubierto que el inicio del Camino de Congosto estaba lleno de barrillo y agua, pero ese barro que aunque salpica y mancha no se pega a la rueda, así que he podido pasar sin demasiados problemas. El charcazo bajo la M-50 no me he atrevido a cruzarlo y me he subido a otro paso, una cuesta de regalo para encontrarme con un charco similar. Tras hundir mi pie en el lodo hasta el tobillo me he negado a darme la vuelta y despacio he surcado las aguas. Después estaba la típica estaca con dos clavos para limpiarte como dios manda las zapatillas y volver a descubrir que llevas calas. He probado un camino nuevo que va cerca de Valdemingómez, pero me iba a sacar a la Cañada así que he vuelto al camino de siempre a través de un sendero formado por barro endurecido, ni tan mal.

Así hemos salido al carril bici de San Martín, y me he plantado en el Alto de la Marañosa. Allí me he dado cuenta de que había salido sin nada que llevarme a la boca, así que tenía que tirar con lo que llevaba. Un trago de agua y para abajo. El camino hasta el Parque Lineal del Manzanares se ha llevado sin problemas, con un solecito muy rico. Como iba de barro hasta las orejas junto a la fuente del Parque he decidido limpiar los cambios de la bici con el agua que llevaba en el bidón. Cuando he ido a llenarlo, horror, la fuente no tiene agua…image

A las 14:25 sin agua, sin comida, con sed y con hambre me pongo a subir las cuestas del Pozo. Me va entrando un pajarón, y voy notando la falta de costumbre en estas distancias. Aviso que llego tarde a casa, así que intento coger un ritmo adecuado y llego al final. Decido no bajar por la Universidad y tiro recto en Faunia. El último error grave de la salida de hoy. Tras pasar el puente sobre las vías del Cercanías el paso del hormigón a la tierra está embarrado y hendido. Hay dos tablas para pasar, pero no me atrevo, paso por la hendidura en el barro, la rueda de alante se desliza y pierdo el equilibrio, me voy contra el talud de las vías, me agarro a la alambrada que cede y se va cayendo, meto el pie bajo la alambrada y me hundo hasta más arriba del tobillo en un agujero. Me quedo medio tumbado agarrado al alambre como un pajarillo, hemos estado cerca del desastre.

Después compruebo mi craso error, las obras de construcción de no sé qué siguen en marcha, y aunque no hay zanja, el “camino” está con 30 cm de barro y surcado por huellas de camión, y excavadora. Tengo que continuar andando y con la bici en brazos porque se ha atrancado la rueda de alante y deja de girar. Acabo subiendo por el talud del circuito del Kilómetro, con una pendiente brutal, y por fin me “deshago” del barro.

La jornada acabará con el imprevisto encuentro con Yoryo, que se ha venido de Gijón estos días.

Os dejo la imagen del track con el perfil en Google Earth. Todavía queda mucho por probar, y por mejorar físicamente.

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